Abril

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

María Pedreda

08 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Llueven abriles en esta primavera todavía joven de chaparrones traidores y chubascos inoportunos. Son las aguas mil del mes en el que medran los días y la noche es perezosa. El cuco está a punto de cantar proclamando la nueva estación. Cunqueiro aseguraba que canta su canción del tiempo entre los días tres y cinco de este mes. Desgrano en mi imaginario su canto virtual en la literaria y ahora digital selva de Esmelle que habita en los libros del genial autor mindoniense, maestro de fabulas de las tierras del poniente.

El paisaje se está pintando de amarillos dorados en las todavía tímidas chorimas, las humildes flores de los toxos, la planta, el arbusto nacional de los gallegos, que florecen por los caminos y las veredas de este viejo país.

Abril es el mes cantado, con mayo, en coplas antiguas que firmaron los compositores Quintero, León y Quiroga permanentemente apoyados en «el quicio de la mancebía».

Es el mes, la casa, el hogar donde reside la literatura, mes del libro que conmemora el día 23 el fallecimiento de Cervantes, con el tal vez apócrifo óbito de Shakespeare y la fecha en que murió el Inca Garcilaso.

Brotan los libros en abril y los poetas anuncian en sonetos que pronto regresaran las golondrinas haciendo piruetas con los remolinos que deja el aire por las esquinas de los pueblos.

Hay un temblor adolescente en el viejo mundo, como si los miedos, las guerras y las amenazas de los líderes mundiales fueran ya una certidumbre.

A partir de este mes y de su gemelo, mayo, el verano que vendrá es una certidumbre presentida, una suave cuesta arriba que llega hasta julio y agosto con su catálogo de fiestas mayores, de verbenas bailables por los prados de la noche y quien esto escribe tiene una añoranza paseada de los tiempos idos que archivó en el libro de actas de su memoria.

Atrás quedaron los fríos de invierno en el año que la lluvia se avecindó en Galicia. Un sol de mediodía proyecta sus rayos por la plaza. Y es abril el mes de las aguas esperadas por una cultura campesina que tiene en estas lluvias su calendario.

Escribir sobre un mes que es de mi agrado, un mes que abre mis fantasías a un imaginario inexplicable y que hace de las noches descampados urbanos desde donde se mira el cielo descubriendo el mapa de las estrellas. No es tarea fácil para este cronista de lo efímero, que deja en el tintero el mejor dibujo de palabras del cuarto mes del calendario gregoriano

Ovidio sostenía que el origen de su nombre estaba en la voz latina aperilis, abrir, y lo asociaba, sin mucho fundamento etimológico, a que en este mes se abre la tierra y nacen las flores.

Abril.