Can sen dono

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

M.MORALEJO

20 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Es la máxima expresión de independencia, el auténtico significado de la libertad. Al preguntarme con qué grupo literario me alineaba, respondí que a estas alturas ya era un can sen dono, libre como el viento Y es ahora cuando los animales, los canes con dueño, los gatos libertarios y las demás mascotas tienen reglamentadas legalmente sus vidas cuando cambió el relato. En mi niñez, las puertas de las casas de los barrios populares tenían un agujero cilíndrico en su parte baja. Eran las gateras por donde entraban y salían los gatos domésticos a su hogar de residencia.

Acudían a sus reuniones nocturnas con los de su especie y se retiraban a sus «aposentos familiares» cuando la luna espiaba sus movimientos. Eran felinos empadronados en el pueblo, cada familia tenía al menos uno, que vivía a su lado hasta que la muerte lo convocara al cielo gatuno. Ahora están permanentemente encerrados, secuestrados por sus amos, que los han convertido en un peluche de carne y hueso, castigados a no salir de su piso.

El número de perros en España, acrecentado durante la pandemia, es superior al de niños. Animal de compañía, fiel y leal, su vida está reglamentada. Viven al final de la correa que los sujeta al brazo humano, deambulan paseando una rutina, que tiene que ver con las salidas higiénicas dos veces al día, y ejercitan su tristeza encerrados en un piso. Ya no hay perros sueltos en los pueblos, las multas y las perreras regularon su comportamiento canino. Gozan de protección máxima e incluso la Xunta ha establecido subvenciones para quienes adopten un can o un gato. Es el nuevo mundo de las mascotas y el buenismo que nos invade.

Y hasta los caballos, que están en el origen del viejo circo itinerante, zíngaro y europeo y por supuesto ecuestre, tienen vetado por ley su trabajo, elegantemente gentil, en espectáculos circenses.

Esto solo pasa en España, al contrario de otros países europeos que no han querido confundir el tocino con la velocidad y no ser más papistas que el papa. A los caballos artistas les han prohibido trabajar.

Se está extinguiendo la raza común de canes sen dono. Es cada día mas difícil para hombres y animales ejercer el noble oficio de la independencia, de manifestar lo que piensas, sin ataduras melifluas. Sin obstáculos ni valladares. No ondean al viento las banderas de la libertad, colgadas de los balcones, y se tapiaron todas las gateras que indicaban a la tropa gatuna el camino del hogar. Ya todos somos cautivos, aunque ahora más que nunca me siento un can sen dono. ¿Utopía?