Escribo estas letras tras ver brillo e ilusión en las miradas y sonrisas de los nuevos residentes de pediatría que se incorporan a nuestro servicio un año más. Los ciudadanos, al demandar asistencia sanitaria, se encontrarán de nuevo con médicos jóvenes iniciando su camino en los hospitales y centros de salud. Es inevitable que algunos pacientes se sientan cautelosos y cuestionen su experiencia y conocimiento. Quiero hacer constar en este punto que juventud no es sinónimo de incompetencia; de hecho, los médicos jóvenes traen consigo una serie de cualidades y atributos que enriquecen la atención médica de forma incuestionable. Estos médicos están imbuidos de pasión por su profesión, y están inmersos en un ambiente de aprendizaje continuo y supervisado. La juventud también conlleva una cualidad invaluable: la capacidad de innovar y pensar de manera creativa.
Mi deseo para estos jóvenes médicos y médicas es que, cuando maduren y envejezcan, lo hagan con la satisfacción de haber ayudado al cuidado de la posesión más importante de los miles de personas que habrán pasado por sus manos, su salud.
Helena, Paula, Carla, Marcos y Ángel comienzan el camino con esa emoción indescriptible de enfrentarse al reto más importante en la vida de un médico, su formación especializada y el inicio de su carrera profesional activa. La residencia, de cualquiera de las especialidades médicas, hará que poco a poco los jóvenes médicos vayan adquiriendo competencias con el respaldo y apoyo de sus residentes mayores y de los especialistas y tutores en los distintos servicios. A estos especialistas del futuro les corresponderá liderar el imparable, pero necesario, desarrollo de una medicina personalizada y de precisión, de forma que cada paciente pueda recibir el tratamiento más adecuado a su enfermedad. Se formarán en los cada vez más eficaces métodos de inmunoterapia y terapias génicas, participarán en el desarrollo de nuevas tecnologías de imagen que ayuden a detectar las señales tempranas de los daños en el organismo y contribuirán a la generación y adiestramiento de los algoritmos que la inteligencia artificial incorporará de manera casi inmediata a la medicina, y tendrán, además, que iniciar la inseparable faceta investigadora del médico contemporáneo. Pero, sin duda, toda esta formación técnica deberá acompañarse del desarrollo humanista que debe acompañar a todo médico, y que les hará adquirir un conjunto de valores, actitudes y prácticas que promuevan en ellos una auténtica vocación de servicio y les hagan entender y considerar al paciente como un semejante que necesita su ayuda para encontrar la sanación o el alivio.
Los médicos veteranos y con experiencia aprenderemos cada día de ellos, sus inquietudes y preguntas representan un estímulo para continuar incorporando conocimiento medico de manera ininterrumpida durante toda nuestra carrera. Es nuestro deber también satisfacer las expectativas de los médicos residentes que nos eligen para formarse en cada servicio o unidad docente. En nuestro servicio de pediatría, el hecho de ser en los últimos años el primer centro de nuestra comunidad autónoma que agota las plazas ofertadas en el MIR para futuros pediatras nos llena de orgullo, pero también de responsabilidad, para seguir mejorando y manteniendo la mejor oferta posible.
Sepamos todos como potenciales pacientes que, afortunadamente, la salud tiene futuro; un futuro que será brillante mientras exista cada año una promoción de jóvenes médicos y médicas iniciando su camino con ilusión.