Botánicamente pertenece al género Mentha, utilizada desde hace años por sus propiedades características. Se reconocen varias especies y cientos de variedades, como la Mentha spicata (hierbabuena) o la Mentha pulegium (poleo).
En su composición química destaca la presencia de betacarotenos, abundante porcentaje de vitaminas (A, del grupo B, C y E) y minerales (calcio, fósforo, magnesio y potasio). Su aporte calórico es escaso y contiene muy baja proporción de grasa e hidratos de carbono. Destacable es la presencia de mentol, que le da ese punto refrescante tan singular.
Entre las propiedades de las hojas de menta destacaría que se considera relajante bronquial en el asma, reducen la congestión nasal y mejoran la tos asociada a los catarros estacionales, previniendo además la rinitis alérgica. Asimismo, facilitan las digestiones (actuando antes de la comida, al activar las glándulas salivales y tras la ingesta, al estimular las glándulas secretoras de enzimas digestivas) y se consideran reductoras de la diarrea, las náuseas y los vómitos. También alivian el dolor de cabeza, reducen el picor de la piel y actúan como antiséptico, junto a su papel coadyuvante de la pérdida de peso para quienes están a dieta. Por otra parte, resultan muy adecuadas para el cuidado de la boca y los dientes, pues se consideran germicidas y refrescan el aliento. Tampoco es desdeñable su papel en la prevención de la picadura de insectos, pudiendo usarse como repelente aplicado directamente en la piel o en forma de velas que inundan de mentol la zona en la que se están quemando.
Pero no todo son ventajas. No debería consumirse si se padecen reflujo gastroesofágico o cálculos biliares y puede interferir con algunos medicamentos. Consulte a su médico si la menta está indicada en su caso concreto.
En la cocina se utiliza la menta en su forma fresca o seca para elaborar sopas, carnes, pescados o pasteles. El aceite de menta se usa para elaborar helados y el jarabe de menta en bebidas con y sin alcohol. También se emplea en diversos productos de uso higiénico, como dentífricos y enjuagues bucales, y, por supuesto, en los chicles, caramelos o inhaladores.