Del espejismo turístico

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

18 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

España recibió el pasado año algo más de 85 millones de turistas, y en el primer trimestre de este año se contabilizaron alrededor de 15 millones entre enero y marzo, en el corazón de la temporada baja. Somos, después de Francia, el primer destino para el ocio y disfrute del mundo. Nuestro equipamiento turístico, el clima, la gastronomía, el asequible precio de las bebidas alcohólicas —singularmente el vino y la cerveza— están detrás del incremento sostenido de visitantes.

Esta misma semana se han alcanzado los cien mil peregrinos que llegaron a Compostela siguiendo el Camino de las estrellas, en su origen espiritual y ahora con matices de autoayuda e incluso deportivos, que han convertido Santiago en una ciudad incómoda, en una suerte de pequeño parque temático entre tiendas de recuerdos, pulpo y empanadas.

La apuesta por Galicia ha crecido exponencialmente por su clima amable ante el desequilibrio que está produciendo el temible cambio climático, que cuestiona el antaño turismo de sol y playa, de paella y sangría. Se valora notablemente la opción atlántica, la cantábrica, el cinturón verde norteño de las noches cálidas y los días perezosos.

Pero ha supuesto que en las ciudades de la franja costera, desde Sanxenxo o Bayona, en el sur, a Viveiro o Ribadeo, en el norte de Galicia, la explosión de los llamados pisos turísticos, el auge de la gentrificación, ha motivado un encarecimiento de la vivienda, junto con una inmensa merma en la oferta habitacional para quienes viven o pretenden vivir todo el año en los pueblos junto al mar, con A Coruña como ejemplo de este modelo.

Hay que darle un par de vueltas a nuestra oferta vacacional, no se puede caer en el espejismo turístico en una comunidad que tiene dos meses y medio de temporada alta, lo cual no es ni siquiera pan para hoy y hambre para mañana, máxime cuando el turismo que recibe Galicia es un turismo popular, de familia, cercano a la chancla y a la camiseta, un turismo posmochilero y de autocaravana.

Tenemos que acercarnos a modelos de tasas turísticas como en Venecia o Mallorca, para que los ayuntamientos puedan abonar las facturas extraordinarias que supone cada verano el aumento de visitantes, a la vez que se buscan formulas imaginativas para alargar la temporada mientras se gestionan planteamientos industriales para nuestra comunidad. Lo superaremos, y también el espejismo del turismo que ya se acerca.