Cuando todo el mundo se entera al momento del desarrollo de un partido de fútbol tan importante como el del Real Madrid-Bayern de la semana pasada, los cronistas tienen que ir más allá de informar de lo que ven. Y algunos lo hacen empleando una prosa florida, llena de figuras literarias y, cuando es el caso, adoptando un tono epopéyico, acorde con la épica del encuentro. Buena muestra fue lo publicado tras ese partido por la prensa generalista. La retórica de los diarios deportivos aún llegó más allá, y solo fue comparable a la de la mayoría de los comentaristas de radio.
«Ave, César de Europa: el Madrid lleva el imperio de la fe hasta Wembley», titulaba un periódico de la capital, que añadía: «El apolíneo templo de Wembley aguarda, pues, al Madrid de los increíbles, al Madrid Imperator». «Lo del Madrid empieza a ser sobrenatural», recogía otro de boca de un exfutbolista blanco. Y eso que no había jugado el alcalde de la capital, que cuando le ponen un balón delante se transfigura y milagrea.
Predominó la hipérbole, la figura retórica consistente en aumentar —a veces disminuir— exageradamente lo que se relata. Así, de Joselu, autor de los dos goles del Madrid, se dijo que «volvió a demostrar el espíritu inmortal de una escuadra que tiene más vidas que todos los gatos del mundo juntos». Lo hizo cuando, tras marcar el primero, «empaló» el segundo. No está claro cómo, pues empalar es espetar a alguien en un palo. Aunque para palo, el poste de la portería alemana que «alanceó» Vinicius y que aún debe de estar sangrando por la herida. El 7 fue «flamígero» (‘que arroja o despide llamas'), y el portero Neuer, «felino». «Un estadio tan bonito, un rival tan legendario: cómo no disparar con la pierna mala como si te la hubiese atornillado Dios en el descanso», reflexionaba un analista.
Al término del partido, un conocido periodista que había comentado en la radio el encuentro decía: «No entiendo que todavía no haya gente que no sea del Madrid. El partido de hoy santifica el fútbol, santifica a la Champions y santifica al mejor equipo de Europa, que sigue siendo el Real Madrid. ¡Hala, Madrid!, ¡Hala, Madrid! Adiós».
Días después, el Deportivo lograba el ascenso en un vibrante partido. Lo que calurosamente se celebró después no fue un milagro, sino el fruto del esfuerzo de un grupo de deportistas arropado por su afición. Sin hipérboles.