Galicia frena a Altri en Palas de Rei

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

Óscar Cela

28 may 2024 . Actualizado a las 08:21 h.

Asisto, como miembro fundador del apartidario Instituto de Estudos Ulloáns, a la manifestación que el domingo colapsó Palas de Rei. Una protesta multitudinaria, de una dimensión sin precedentes en la Galicia rural, contra la proyectada instalación de una macrocelulosa en la comarca de A Ulloa. Unos 20.000 manifestantes, dicen los organizadores. Restallante coincidencia: fuentes oficiales cifran también en 20.000 las personas congregadas por Núñez Feijoo y Díaz Ayuso en la Puerta de Alcalá a la misma hora. Aunque tomemos la cifra facilitada por el PP, 80.000 manifestantes, la movilización en Madrid apenas significa lluvia fina en el océano nacional, en contraste con la marea gallega que anegó la villa lucense. No fue un pinchazo puntual de los populares, sino quizá una prueba del hartazgo ciudadano y del decreciente poder de convocatoria de las fuerzas políticas. Tampoco la concurrencia a las manifestaciones del «quédate, Pedro» o a los mítines socialistas de la campaña gallega se acercó ni por asomo a la registrada el domingo en Palas de Rei.

¿Cómo es posible que un grupo de vecinos y vecinas, constituidos en la plataforma Ulloa Viva, de la que es portavoz Marta Gontá, consiga desatar una movilización sin parangón desde el Prestige, bajo el lema de «Altri Non»? Y hacerlo no con el respaldo de partidos y sindicatos, sino a contracorriente. Cuando Feijoo anunció antes de irse el fabuloso legado de Altri, los grupos parlamentarios aplaudieron unánimemente: a los gallegos nos tocaba, en el sorteo patrocinado por los Next Generation, uno de los premios mayores. Mas, en cuanto la firma portuguesa dejó entrever alguna de sus cartas, llegó el desencanto. Ni maná en forma de empleo, ni fábrica de fibras ecológicas, ni impacto ambiental inocuo: solo una gigantesca celulosa, ávida de agua y eucalipto, chantada en el corazón de Galicia. El BNG —y también Sumar—, bien porque se consideró engañado, bien porque detectó la repulsa social que suscitaba la celulosa, se desenganchó del proyecto y marchó a combatirlo pancarta en ristre. El PP, por convicción o por intereses, se mantiene en su defensa erre que erre. Y el PSdeG, antes a favor como todos, ahora deambula en la indefinición y titubea entre el sí, el no y lo contrario: la posición que a nadie convence y a muchos indigna. Socialistas y populares, aunque seguramente más los primeros que los segundos, deberían hacérselo mirar. La mayoría de manifestantes ulloáns que se dieron cita el domingo en Palas de Rei son —o eran— votantes del PSOE y, sobre todo, del PP. Sus dirigentes, sin embargo, no comparecieron. La desconexión entre aquellos y estos permite varias interpretaciones. Explica, sin duda, el porqué de la desafección ciudadana hacia la política y sus representantes, que solo están cuando aprieta el voto y desaparecen de las movilizaciones sociales que protagonizan los propios vecinos. Tal vez los ciudadanos les paguen en la misma moneda y, en vez de movilizarse y correr hacia las urnas cuando se les pide, opten por quedarse en casa.