El aguacate, cuyo nombre científico es Persea americana, pertenece a la familia de las Lauráceas (como el laurel, el alcanfor o la canela). Procede de México, Colombia y Venezuela, y fue bautizado por los españoles que llegaron a América como «pera de las Indias», aunque el nombre común procede del azteca y significa «mantequilla de la selva». En España se cultiva en zonas cálidas (sobre todo en Canarias y Andalucía) y puede encontrarse en diferentes puntos de venta durante todo el año.
Su corteza es gruesa, dura y rugosa; la pulpa es mantecosa, con un sabor similar a la nuez, y contiene una única semilla de gran tamaño en su interior. Elíjalo en su punto de sazón (evitará que esté pasado o demasiado verde) para que su sabor no resulte desagradable.
En su composición química destaca la baja proporción de hidratos de carbono, presentando grasas monoinsaturadas (ácido oleico, fundamentalmente), fibra, minerales (potasio y magnesio, mayoritariamente), provitamina A, vitamina E, ácido fólico y otras vitaminas del grupo B. Estos componentes lo convertirían en un alimento interesante para quienes padecen problemas cardiovasculares o tienen riesgo de sufrirlos. También se considera un antioxidante natural por su alto contenido en vitaminas (sobre todo E), resultando un alimento muy indicado para los vegetarianos, por ejemplo.
Las posibilidades de consumo del aguacate son muy amplias. Lo más frecuente es consumirlo crudo: puede añadirlo a una ensalada (cortado en trocitos y mezclado con otros ingredientes como lechuga, tomate, cebolla, apio y aceitunas, por ejemplo) o prepararlo relleno (con jamón, verduras, atún o salmón, entre otras opciones). Se puede cocer ligeramente y preparar un puré.
La semilla contiene una elevada proporción de antioxidantes, aminoácidos y ácidos grasos. Puede ser consumida de maneras diferentes (seca, rayada y tostada, normalmente) en infusión y añadida a una ensalada, por ejemplo.