Hace unos días, las gentes de buena voluntad recibimos una buena noticia, ya era hora. Más del 70 % de los países reconocidos por Naciones Unidas, representando más del 85 % de la población mundial, han votado a favor del reconocimiento de Palestina como Estado en la institución.
Hicieron falta más de 120.000 muertos y heridos civiles, otros tantos desaparecidos posiblemente bajo los miles de edificios bombardeados por la entidad israelí en los últimos meses, seis de los nueve hospitales de la región destruidos y los otros tres inutilizados. Cientos de miles de árboles arrasados. Y el arma utilizada por el agresor israelí ahora: el hambre, para conseguir el exterminio total de los más de dos millones de gazatíes. Y el Occidente oficial, callando: el socio protector de la entidad israelí, Estados Unidos de América, dispuesto a hacerle un par de reconvenciones, suaves, a Netanyahu, y de consolación una ayuda militar de más de 12.000 millones de dólares; y la Unión Europea dándole alas a ese individuo recibiéndole dentro de sus fronteras.
Ya lo decían Albert Einstein y Hannah Arendt, entre otros ilustres judíos, en 1948, cuando prevenían a Occidente, en The New York Times y en documentos particulares, sobre quienes se preparaban desde el movimiento sionista para crear la entidad israelí a sangre y fuego. Mucho tiempo después, en el 2011, uno de los más reconocidos sociólogos del siglo XX, Zygmunt Bauman, avisaba sobre las consecuencias de violencia que tendrían «las continuas agresiones y humillaciones de Israel sobre los palestinos». Y recientemente, en este 2024, un respetado historiador y escritor, Yuval Noah Harari, autor de Sapiens, afirmaba: Netanyahu construyó una coalición de fanáticos mesiánicos y sinvergüenzas oportunistas.
Es el momento de implementar la Resolución 242 de la ONU, de 1968. Es la hora ya de crear un entorno de paz basado en la equidad y la justicia. Quizá sea el momento de acudir a un hombre que lleva más de veinte años en cárceles israelíes, por liderar la defensa de los derechos del pueblo palestino, como lo fue en su día Nelson Mandela en África del Sur. Quizá sea la hora de recuperar a Marwan Barghouti y darle una opción al sentido común en Palestina.
Y es de bien nacidos agradecer la publicación a lo largo de estos meses la dura pero ejemplar colección de viñetas de Pinto & Chinto en La Voz de Galicia y conseguir mantener día a día las ideas claras sobre este tema de lesa humanidad, aunque no el único de los problemas humanos actuales (uigures, rohingyas, hutíes, congoleños, sudaneses, etíopes…) que asolan la geografía global, para solaz de la industria armamentista.