Uno de los oficios adivinatorios más antiguos y singulares es aquel que interpreta el futuro a través de las nubes.
Durante la elaboración de mi tesis doctoral sobre Antropología Médica de Galicia, tuve la oportunidad de conocer y entrevistar a una «meiga» del Ourense profundo que utilizaba está técnica para adivinar el porvenir. Desconozco si en estos tiempos de la inteligencia artificial quedará alguna «neboeira» en Galicia, pero doy fe de que muchas de las premoniciones de esa mujer se cumplían en gran medida.
Las nubes, como el mar y el fuego, tienen algo de hipnótico y enigmático y desde siempre el ser humano ha encontrado respuestas en ellas. El cerebro es un órgano diseñado para procesar la información del medio ambiente y aunque esta sea borrosa, la organiza de tal manera que cobra un sentido.
Las llamadas pareidolias consisten en eso, en ver en las nubes formas familiares como animales, siluetas humanas o rostros y encontrar significado en sus formas, pero este siempre estará en relación con la estructura neurofisiológica y psíquica del individuo: kas nubes son como un test de Rorschach, un método de psicodiagnóstico ideado para evaluar la personalidad y detectar posibles anomalías o problemas psicológicos, en donde la persona tiene que asignar un significado a estímulos ambiguos, como imágenes de manchas de tinta desestructuradas sin significado. Cada cual verá cosas diferentes en función de sus creencias, personalidad y estado emocional.
Aquella neboeria me explicó que según el color, la altura, la silueta o la textura de los estratos, nimbos y cúmulos, apreciaba figuras y deducía su significado: un elefante éxito económico, cualquier cuadrúpedo avanzaba nuevas amistades; un tren, un futuro viaje y un barco, el pronto cumplimiento de los sueños. Las alimañas no presagian nada bueno. Contemplando estas figuras básicas y muchas más que la mente de la neboeira podía percibir, el augurio finalizaba teniendo en cuenta muchas otras variables como el sentido de su desplazamiento y el color; según se acerquen o alejen de la persona, traerán o se llevaran buenas o malas noticias. Las nubes rojas y brillantes vaticinan mala suerte salvo si se atisba un rayo de sol entre ellas. Nubes muy bajas o con niebla presagian una situación difícil donde conviene estarse quietos y las nubes negras, malos tiempos.
La neboerira efectúa la pregunta a las nubes acerca de lo que se le consulta y espera que estas respondan, en el caso de que no digan nada hay que esperar y volver a interpelarlas más tarde. A preguntas muy concretas: ¿curará? ¿Será mío? ¿Saldrá el negocio? Si las nubes se mueven con viento del norte la respuesta será negativa, si el del sur, afirmativa.
Hoy es un buen día para echarles un vistazo.