La atención primaria está sufriendo un grave deterioro y para arreglar este problema no es suficiente con decisiones aisladas o simplistas, ni con poner parches temporales. Se aboga por la necesidad de más personal, pero, aun con la preocupación de que el número de recursos humanos disminuya, creo que el foco debería ponerse en los aspectos organizativo y funcional, en mejorar la organización asistencial y delimitar las funciones de cada profesional. Médicos de familia y enfermeras deben asumir funciones sanitarias, no burocráticas, que sustraen muchísimo tiempo de la atención a los pacientes.
Por otra parte, además de tener habitualmente una agenda de atención ordinaria repleta, los médicos de familia tienen que atender todas las citas imprevistas —que han ido aumentando en los últimos años—, sean urgencias o consultas forzadas sin justificación, lo cual parece un despropósito. Es aquí donde se corre el riesgo de cometer errores y, en consecuencia, se compromete la seguridad del paciente. En definitiva, la sobrecarga asistencial y la burocracia acaban desbordándolos y, a la larga, quemándolos. La profesión médica tiene una prevalencia de burnout abrumadora.
Hoy se asume que hay una falta de recursos humanos en atención primaria. Los profesionales se van retirando y las plazas quedan sin cubrir; en los centros de salud, todos los pacientes que pertenecían a cupos de plazas que quedan vacantes se asignan al resto de facultativos, sobrecargándolos aún más. Con todo, vemos las principales debilidades de nuestro sistema en la deficiente organización y en el uso inadecuado de los servicios sanitarios.
Se precisan soluciones inteligentes y globales centradas en mejorar la organización sanitaria, acaso en una reorganización asistencial (de la asistencia ordinaria y urgente), para mejorar a su vez las condiciones de los profesionales de la salud y, por encima de todo, la atención a los pacientes. El cambio organizativo, la desburocratización y la delimitación de funciones me parecen claves. En conclusión, nuestra atención primaria precisa reformas estructurales, no coyunturales.