Una buena aproximación para una reflexión sobre los resultados electorales de «a la izquierda» se puede encontrar en la información de Gonzalo Bareño en La Voz analizando la dimisión de Yolanda Díaz como líder de Sumar.
Aunque parezca pretencioso definir como «la izquierda a la izquierda» a las propuestas políticas en el entorno de Izquierda Unida desde 1986, lo cierto es que una ojeada a sus resultados electorales nos sitúa ante lo que han sido su realidad y sucesivas transformaciones. Su repunte en 1996 con Anguita, asociado a los GAL y corrupciones varias desde aquel Juan Guerra, declina entre el 2000 y el 2010, para resurgir con el 15-M, ya en el 2011. En tiempos de indignados.
Un vigor que alcanza su cénit en el 2015 y el 2016 con Unidas Podemos (una quinta parte del Congreso). Repunta con Yolanda Díaz y el Sumar del pabellón Magariños, al que por supervivencia se incorpora el Podemos de Belarra y Montero, con Pablo Iglesias en su canal Red, para abandonarlo pasadas las elecciones. Un Sumar más solitario que este domingo ha perdido ocho puntos, que no se van a Podemos. Quien al parecer triunfó con el 3,28 % de votos y dos diputadas.
Nada se habla de los resultados, donde cada palo de Sumar o de Podemos, parroquias o proyectos, debería aguantar su vela. Una «izquierda a la izquierda» que, luego de ser primera fuerza en el País Vasco, es una sombra testimonial, al igual que sucedió en Galicia con As Mareas y hoy sin representación. O en la Cataluña de En Comú Podem, con su efímero Hard Rock a cuestas. Por no decir de aquella Izquierda Unida coaligada con el socialismo o el papel estelar de Unidas Podemos y Teresa Rodríguez en Andalucía. Este domingo europeo solo se atisba un leve rescoldo del pasado electoral en el Compromís valenciano. Y donde tampoco se encuentra a Podemos.
Una izquierda a la izquierda que ha perdido en los desagües y filtraciones de sus enemistades e ineficacias ochocientos mil votos respecto al 2019, o millón y medio desde los resultados de Sumar en el 2023 (sesgo de votantes totales por medio).
Y si las esperanzas de los votantes en el 2015 y el 2016 apuntalaban a Unidas Podemos, cuando el bipartidismo perdía más del 25 % de sus votos por las falsas soluciones prometidas desde el 2008, Sumar y Podemos han fallado a quienes confiaron en ellos entonces, hace más de diez años. Tantos años que han convertido a líderes emergentes en periclitados o retirados políticos de 46, 53 o 61 años, que no han logrado sostener las organizaciones políticas y su confluencia leal para garantizar el futuro de aquellas esperanzas. Y donde los ahora jóvenes, y ya no tanto, descreídos por la precariedad y las expectativas cegadas, se vuelven hacia Se Acabó la Fiesta, el bulo y la derecha de la derecha extrema. Y frente a ello no hay bicefalia (¿Sumar en modo PNV?) ni triunvirato que valga. Siguen en sus narcisismos sin dar por el aviso, y les perseguirá el 3 o el 5 por ciento. Que este domingo no estaba. Yolanda Díaz ahora se queda. ¿Dónde, con quién, para qué?