Sánchez exhibe un cuajo especial para sortear los obstáculos del camino. Lo que fuera necesario para seguir gobernando en precario este país. Y no le ha importado ir en contra de los mismísimos principios democráticos, que no son otra cosa que todos somos iguales ante la ley y que todos tenemos las mismas oportunidades y derechos.
De ahí que primero fueran los indultos y después la ley de amnistía, una norma que ha roto toda ética política que se les presupone a los gobernantes y que no está impidiendo que el desafío secesionista siga tan vivo como siempre. Sí, es cierto que han retrocedido en votos, pero no en su falta de escrúpulos legales y en sus ansias soberanistas. Ellos siguen con su matraca tensionando al país e impidiendo que el Gobierno centre todos sus esfuerzos en gobernar, que es lo que le pedimos los ciudadanos.
Pero la amnistía y los indultos, podría decirse, afectan a cuestiones muy importantes pero un tanto intangibles, como la dignidad, la igualdad o la decencia. Otra cosa es que te toquen la cartera, porque si el dinero del Estado comienza a viajar prioritariamente a Cataluña dejará de dirigirse hacia otros lugares, como Galicia.
Por poner un ejemplo, ¿cuánto han tardado el Gobierno en empezar a moverse con el arreglo del firme de la A-6? ¿Cuándo se van a tomar medidas con el ferrocarril entre Ferrol y A Coruña? ¿Y la AP-9? Podemos citar multitud de casos en los que Galicia ha sido agraviada. Pues esto no será nada comparado con lo que ocurrirá cuando el Gobierno se arrodille una vez más ante Junts y ERC, cosa que parece inminente. María Jesús Montero, número dos del Gobierno, vicepresidenta y ministra de Hacienda, dijo: «Cataluña tendrá que ver satisfechas sus necesidades y las competencias singulares que tiene». Después matizó que lo que se haga será dentro de una reforma global de la financiación. Pero, obviamente, parece bastante claro lo que se quiere decir cuando se habla de la singularidad y de las necesidades catalanas. ¿O no tiene singularidades y necesidades Galicia?
Entre las necesidades de las que habla Montero está la condonación de una parte de la deuda de Cataluña con el Estado. Se habla de 15.000 millones, pero todos sabemos que la voracidad de Puigdemont y compañía no tiene límites.
Hay que reiterar que la ley de amnistía es una de las cuestiones más graves que han sucedido en la España democrática, pero que te toquen el bolsillo te va directamente a la calidad de vida. No se puede gobernar un país de casi cincuenta millones de personas chantajeados continuamente por dos comunidades que suman entre sí algo menos de diez millones de almas.
Todos los partidos gallegos deberían hacer frente ante el agravio que se avecina, incluido un PSdeG atrapado entre la lealtad que debe a sus votantes y a la ciudadanía gallega y la que cree que debe a Sánchez, a quien, después de la derrota en las autonómicas del 18 de febrero, Galicia, probablemente, le importe bien poco.