Las singularidades de toda España

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

Albert Gea | REUTERS

18 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de haber conseguido que Pedro Sánchez pusiera al Estado de rodillas, consiguiendo primero el indulto para todos los golpistas y luego la amnistía para todos los que participaron en la intifada catalana, no venía el paso del referendo de autodeterminación, como se nos había asegurado. Antes de llegar a ese punto de exigir la votación para la independencia viene otro que consiste en sacarle los higadillos a España con un sistema de financiación «singular» y con la condonación de 15.000 millones de la deuda de Cataluña, acumulada durante los años en los que la Generalitat solo se ha ocupado del procés,

Sánchez toma por tontos a los españoles y les asegura que es perfectamente posible pactar una reforma del modelo de financiación entre todas las comunidades mientras se negocia bilateralmente con Cataluña, como si la tarta a repartir no hiciera que, cuando a uno se le da más, al resto le toca menos. Las singularidades de Cataluña, que existen como existen las singularidades de cada una de las autonomías, no justifican en modo alguno que se vea premiada con una mejor financiación que el resto. Y tampoco justifican esas singularidades que Cataluña pueda lograr su objetivo de recaudar todos los impuestos pagando luego al Estado la cuenta por los servicios que presta en Cataluña. El cupo, vamos.

Todo ello será exigido por Junts y ERC a un Pedro Sánchez dispuesto a todo con tal de conseguir que Salvador Illa se convierta en presidente de la Generalitat y que él pueda seguir como presidente del Gobierno. Lo único que resulta verdaderamente singular es la forma de gobernar de Sánchez, que consiste en no tener otro objetivo que permanecer en el poder, aunque sea perdiendo cada día las votaciones en el Congreso y a base de humillar al resto de comunidades, que ven cómo el Gobierno da un trato de favor a Cataluña y a los que protagonizaron un golpe de Estado desde el poder con el referendo ilegal del 1 de octubre.

Esa es realmente la singularidad en la que reside desde hace años el Gobierno de Sánchez. En este caso, la singularidad de Cataluña no consiste en tener una lengua propia, sino en haber acumulado en pocos años una deuda monstruosa que provoca la asfixia financiera de la comunidad. Una deuda que le imposibilita acceder a los mercados para financiarse y que hace que los responsables de ese desaguisado pretendan arreglarlo sangrando al Estado español antes de decir adiós. La tomadura de pelo es tal que ha conseguido que ya no sea solo Emiliano García-Page el Pepito Grillo que ponga el grito en el cielo por la destrucción sistemática de la igualdad de todos los españoles, sino que sean otros barones socialistas lo que digan también que no. Aunque de poco vale esa posición de cuestionar la obra de Sánchez si después no se toman medidas que impidan el atraco. Es la hora de que sean los propios socialistas los que exijan a Sánchez que acabe la función. Que le exijan que no humille cada día a los españoles que pagan sus impuestos a pesar de las singularidades de sus respectivas comunidades.