Tiburones en el Sena

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

30 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace casi cincuenta años que Spielberg desató el pánico a bañarse en el mar con el que se convertiría en uno de sus grandes taquillazos. Aquel Tiburón amenazante se convirtió en un icono del terror y el suspense. Desde entonces, escrutar qué se esconde bajo la superficie del océano no volvió a ser lo mismo. El director ha asegurado alguna vez que su mayor temor no es ser devorado por escualos, sino que estos estén enfadados con él por el impacto que tuvo su película en la pesca indiscriminada de sus congéneres.

Medio siglo después, Netflix, que tiene en su catálogo este clásico de los setenta, recicla la idea con un nuevo argumento que prueba la eficacia taquillera que poseen un par de mandíbulas amenazadoras. En las profundidades del Sena se aupó hace unas semanas a los primeros puestos de las películas más vistas a pesar de partir de una historia con una premisa inconsistente. Un tiburón que experimenta un desarrollo anómalo cruza medio planeta para acabar remontando las aguas dulces del río Sena hasta llegar al centro de París justo cuando el mundial de triatlón está a punto de celebrarse. La proximidad de los juegos olímpicos no parece una coincidencia. La acción y el mensaje ecologista intentan ocultar sus incoherencias. Cada vez que algún buceador se tira al agua provoca tanta angustia la contaminación en la que flota como los dientes del depredador.