Botánicamente se denomina Camellia sinensis, y es un pequeño árbol ramificado, con hojas perennes, flores blancas de numerosos estambres y fruto redondeado, del que existen numerosas variedades. Para obtener el té verde se usa la hoja sin procesar, manteniendo intactas sus propiedades químicas; para conseguir el té negro, aunque el origen es el mismo, se fermenta la hoja, modificándose de ese modo sus propiedades.
Entre los componentes químicos más activos destacan los alcaloides (cafeína y teofilina), polifenoles (flavonoides y catecoles), minerales (flúor, calcio, potasio y magnesio, fundamentalmente), ácidos orgánicos (succínico y oxálico, entre otros), vitaminas del grupo B, provitamina A, vitaminas C y E y glúcidos.
Se le atribuyen muchas propiedades relacionadas con sus principios activos, que siguen en estudio para poder ser confirmadas. Se considera estimulante (por la cafeína y teofilina, compuestos útiles para la fatiga mental y física), antioxidante (por los catecoles, que eliminan los radicales libres retrasando el envejecimiento) y diurético (por los polifenoles, favoreciendo la eliminación de toxinas por el aumento del volumen de orina).
No presenta toxicidad directa, pero sí han aparecido efectos gastrointestinales (como vómitos y náuseas cuando se toma en ayunas), nerviosismo, problemas para conciliar el sueño (por su efecto estimulante e inhibitorio del sueño), por lo que no se recomienda tomarlo por la noche, siendo más adecuado hacerlo por la mañana o a primera hora de la tarde.
Suele consumirse por vía oral (en infusiones y cápsulas, por ejemplo), pero es posible aplicarlo (solo o combinado) por otras vías en productos comerciales de todo tipo.
Resulta imprescindible realizar un consumo racional de la infusión, pues es una planta muy utilizada, pero hay que tener en cuenta que si se toma en exceso podría provocar alteraciones indeseadas.