
Escucho no sin cierta emoción a la multitud enfervorizada que, al grito —¡en castellano!— de «¡No pasarán!», celebra en la plaza de la República de París el éxito momentáneo del cordón sanitario a la ultraderecha.
Escucho no sin cierta emoción a la multitud enfervorizada que, al grito —¡en castellano!— de «¡No pasarán!», celebra en la plaza de la República de París el éxito momentáneo del cordón sanitario a la ultraderecha.