Sánchez está encantado con los resultados de las elecciones del Reino Unido y de las legislativas en Francia. No tardó en celebrar la victoria de los laboristas y el triunfo apretado del frente de izquierdas en el país galo. Subrayó su miedo a la ultraderecha, algo que le viene muy bien para agitar en España el fantasma de Abascal y del reciente desembarco de Se Acabó la Fiesta. El presidente ha dicho, tras conocer el vuelco en Francia: «Con la ultraderecha ni se pacta ni se gobierna». Mensaje directo a la mandíbula de Feijoo, por sus acuerdos en gobiernos autonómicos con Vox.
El inquilino de Moncloa no pierde un segundo en aprovechar las corrientes que le son favorables. No entra en detalles que demuestran el abismo que hay entre la política inglesa, la francesa y la española. A él no le interesan las diferencias. Disfruta con el trazo grueso. Así se ha explayado de esta manera solazándose en el discurso progresista de manual: «Esta semana, dos de los mayores países de Europa han elegido el mismo camino que eligió España hace un año: rechazo a la ultraderecha y apuesta decidida por una izquierda social que aborde los problemas de la gente con políticas serias y valientes. Reino Unido y Francia han dicho sí al progreso y el avance social y no al retroceso en derechos y libertades». Detrás de estas palabras, está su teoría de que en España no pasa nada, ni siquiera en Cataluña, y que tendremos una legislatura larga. Es otra de las frases que más le gusta dedicar a Feijoo: «La legislatura durará tres años más». Los problemas judiciales de la ley de la amnistía algún día se disolverán en el Tribunal Constitucional o en Europa. Tampoco parece que le preocupe gobernar sin presupuestos. Sobre la situación de su mujer, Begoña Gómez, la estrategia es que los ofendidos y atacados hasta la náusea son ellos por la famosa máquina del fango.
Estaba claro que no iba a tardar en sacar pecho después de los giros zurdos de Reino Unido y de Francia. Le da igual que en Reino Unido estuviera cantado tras catorce años de caóticos gobiernos conservadores y un fallido brexit. O que en Francia lo que empieza es una película de terror con la pelea entre todos los partidos que forman el frente de izquierdas. Los socialistas galos han salido diciendo que Mélenchon no estará en el Gobierno, que hay que buscar equilibrios entre Mélenchon, los ecologistas, los comunistas y los socialistas. Un festival.
Sánchez aquí lo tiene más fácil con la izquierda. Se la ha ido comiendo toda. Podemos ya es Pudimos. Sumar, Restar. Y Yolanda ya fue. El presidente se ha ido escorando a la izquierda hasta hacerlos desaparecer. Pero a las hemerotecas las carga el diablo y se olvidó de cómo saludó él a Quim Torra, ahora uno de sus socios, cuando fue presidente de la Generalitat: «Quim Torra es el Le Pen de la política española». Y añadía el 18 de mayo de 2018 el líder del PSOE que el nuevo presidente catalán se erige como la primera representación política de la xenofobia y el racismo en España.
Hoy gobierna gracias a Torra y los suyos.