Demonizar la emigración es una estrategia polarizadora propia de la extrema derecha. Pero en ese seguidismo de Vox proponer el despliegue de las fuerzas armadas en África para impedir la llegada de emigrantes, o negarse a la acogida de menores asilados en Canarias, significa la negación de la unidad de España, una deslealtad con los problemas comunes y con nuestro futuro. Sitúense: Lamine Yamal y sus padres.
La llegada de unos cincuenta mil emigrantes en el año 2023 a Canarias es un grave problema europeo, pero no impide saber que los inmigrantes son necesarios en la economía española. Algo evidente si atendemos a que la llegada por tierra o aire, en el mismo año 23, fue muy superior —unos 450.000 emigrantes— a la que llega por mar a Canarias. En una España de 48,5 millones de ciudadanos, de los que 6,5 son extranjeros y otros 2 millones largos de españoles nacieron fuera de España.
Es posible ser joven, pero eso no impide que en su desempeño profesional se les excuse de conocer la historia y las transformaciones sociológicas y económicas de su país y del mundo y, si tal fuere otros dirigentes de mayor alcance y conocimiento debieran de corregir el error, evitando que un desafuero aparezca como estrategia de partido.
En los últimos años, con afán de revisión de la historia, se acostumbra a iniciar el análisis del siglo XX español en el año de proclamación de la II República. Con especial énfasis en la revolución del 34 con Largo Caballero y otros socialistas en sus inicios y un final de 4 muertos en Ferrol. Asturias y Cataluña aparte, más el Ejercito de África, la Guardia Civil y los carabineros. Una revolución tan terrible, que hoy cuando algunos oyen hablar de la semana trágica en Barcelona la sitúan en la Revolución de Octubre. Sin saber que respondía a la contestación por las levas de reclutas en 1909 para la guerra africana. Uno de los grandes hitos del reinado de Alfonso XIII, en su ansiada recuperación colonial, luego del desastre de 1898, y al menos algunos intereses mineros en el protectorado marroquí.
Olvidando que a ello siguió el desastre de Annual y la Dictadura del General Primo de Rivera, con sus luces y sus sombras, y la dictablanda de Berenguer y Aznar. Siempre en el reinado de Alfonso XIII, el rey patriota según Moreno Luzón, y con su participación activa. A causa de ello llegó la República, en el 31. Todo sucedió entre las encíclicas Rerum Novarum y Quadragessimo Anno, de la doctrina social de la Iglesia. Calmado el protectorado, desembarco de Alhucemas, siguió existiendo el Ejercito de África, y con él sus oficiales africanistas.
Por eso cuando un dirigente popular mezcla fuerzas armadas y emigración, es posible recordar todos los males que desde las aventuras africanas de Alfonso XIII y sus ejércitos se provocaron en España. Pero también es imprescindible recordar no solo nuestra emigración, aún activa. Aquella iniciada en el siglo XIX y continuada en el XX hacia América, o la más reciente a Europa, en la que también seguimos.