¿Bar o comercio? A vueltas con el emprendimiento

Manel Antelo
manel antelo CATEDRÁTICO DE ECONOMÍA. PROFESOR EN EL DEPARTAMENTO DE FUNDAMENTOS DA ANÁLISE ECONÓMICA

OPINIÓN

JOSE PARDO

11 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Emprender puede definirse como la toma de decisiones para aprovechar las oportunidades que brinda el mercado con el fin de obtener un beneficio acorde con el riesgo de fracaso del proyecto. En términos técnicos, equivale a la entrada de nuevas empresas en el correspondiente mercado. Y la teoría económica acredita que la entrada de empresas en cualquier mercado es siempre una buena noticia por al menos tres razones. Primero, porque el emprendimiento y en especial las start-ups son el motor que facilita el desarrollo de nuevas capacidades, por lo que la ausencia de emprendedores ralentizaría el crecimiento económico.

  

Segundo, porque el emprendimiento estimula la productividad y promueve la eficiencia de las empresas ya instaladas en el mercado gracias a una mayor competencia.

Tercero, porque el emprendimiento podría ayudar al desarrollo de nuevos productos disruptivos. Por todo ello, cabe concluir que las regiones con altos niveles de emprendimiento se beneficiarán con posterioridad de un mayor y más sostenido crecimiento económico.

¿Y cuáles son los factores clave del emprendimiento? La cultura, es decir, el conjunto de valores y creencias compartidas y que lleva a una determinada sociedad a comportarse de cierta manera es, sin duda, uno de ellos. Concretamente, se sostiene que una sociedad individualista (como oposición al colectivismo), en la que los individuos perciben que hay desigualdad en la distribución del poder y que, además, no evade la incertidumbre, sino que promueve la toma de riesgos, es un ambiente que favorece el emprendimiento. Dicho de otro modo, las sociedades donde no se juzga el fracaso y se promueven comportamientos más arriesgados emprenden más, mientras que aquellas preocupadas por el grupo, la calidad de vida (más que la recompensa material por encima de todo) y que son más modestas y sensibles tendrían menor propensión al emprendimiento.

Pero no solo importa la cultura. La financiación también constituye un pilar clave. Para llevar a cabo un nuevo proyecto empresarial se precisa capital. Y la dificultad para conseguir el capital inicial es una variable que impacta directa y negativamente en la puesta en marcha de una empresa, hasta el punto de que cualquier emprendedor que no consigue el capital suficiente fracasa incluso antes de empezar. Por lo tanto, las regiones en las que el acceso al crédito es más fácil, ya sea por iniciativa privada o pública, se beneficiarían de una mayor actividad emprendedora, aunque también podrían nacer proyectos de menor calidad.

Por último, aunque no menos importante, la formación. Cada vez existe más evidencia de que un cambio en la educación reglada que incluya el emprendimiento como una disciplina aprendible puede generar un mayor nivel de emprendimiento. No en vano, se cree que esta formación es esencial para entender el funcionamiento de los mercados y las organizaciones que operan en ellos, así como los cambios en la sociedad.

Para terminar esta reflexión, veamos qué sucede en el caso particular de Galicia. Los datos más recientes muestran que el emprendimiento se centra en la hostelería y, en bastante menor medida, en las actividades de comercio. Pues bien, aun a riesgo de haber obviado algunos otros, mi opinión es que los tres factores señalados no solo ayudarían a explicar el grado de emprendimiento, sino también el tipo de actividades objeto de emprendimiento. Con todo, dejo que el lector saque sus propias conclusiones.