Que no mientan, no quieren a Lamine Yamal

OPINIÓN

Lamine Yamal, en el partido clasificatorio para la Eurocopa
Lamine Yamal, en el partido clasificatorio para la Eurocopa Yiannis Kourtoglou | REUTERS

13 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Muchos de los que mueven la bandera y la lucen en la muñeca, muchos de los que ahora saltan con Lamine Yamal, en realidad, no lo quieren. Ahora se abrazan aupados en la euforia del gol, se enorgullecen de la Selección que vence a los franceses, pero es solo una imagen superficial que dan en estos momentos de fervor futbolístico. Porque son los mismos que, en lugar de abrir las fronteras, se han empeñado en cerrarlas. Son muchos de los que desprecian a los marroquíes, como la familia de Lamine, o a los africanos —en esa generalidad despectiva—, como la familia de Nico Williams, que llegó a España en patera. Mucho de los que se agitan alegres en esta España goleadora y multirracial lo hacen con el orgullo de los colonos que aceptan a los kikuyus como parte de los suyos, pero en verdad se sienten ajenos a esos seres humanos que llegan a nuestro país para hacerlo más grande. Son los racistas que no quieren a los inmigrantes, ni siquiera en el egoísmo de que les hagan los trabajos que no quieren. En España faltan cuidadores, faltan electricistas, albañiles, fontaneros, faltan niños... Y nos falta gente enorme que no se ponga límites, como Lamine Yamal. Todos esos a los que les escuece esa multiculturalidad, que desprecian inhumanamente a la gente, preferirían una España de un solo apellido, monolítica, oscura y rancia. Afortunadamente, la que gana es la otra.