Vivió en la imaginación, en la crónica de cientos de personas que aseguraban haberlo visto emergiendo del lago, en los testimonios gráficos de dos fotos trucadas y falsas que reprodujo el Daily Mail.
Nessie fue la auténtica, la genuina serpiente del verano que habitó en el imaginario del lago Ness, muy cerca de Inverness; ha sido como un símbolo mágico de Escocia. No superó los años duros del covid y falleció durante la pandemia. En este obituario fantástico, yo certifico su muerte.
El héroe mítico de la criptozoología fue noticia por vez primera en el siglo XII, en vida de san Columba, pero su reaparición popular tuvo que aguardar hasta el final del siglo XIX en una gacetilla que daba cuenta de su avistamiento y que publicó el Inverness Courier. Aparecía y desaparecía periódicamente hasta que en los años treinta fue el Northern Chronicle quien reabrió de nuevo el tema.
Con la muerte del entrañable monstruo, las serpientes informativas cambian de registro, ahora son fakes, bulos, según el Gobierno, hermanos imputados y esposas bajo sospecha, Vox y voces disonantes.
Con el pobre Nessie se fue la magia que tantas veces pobló nuestros sueños de monstruos y dragones, de criaturas fantásticas que habitaron nuestra imaginación.
No sé a dónde ha ido el dragón catalán de San Jorge, santo que, por cierto, no está registrado en el santoral católico; tengo pocas noticias ciertas del Kraken que centró la mitología escandinava con los ataques, ora como un pulpo sanguinario que hundía naves, ora como un gigantesco calamar.
Poco sabemos en este siglo del Leviatán al que asociaban con Satanás y si nos remontamos a los trabajos de Hércules, que uno de ellos dejó testigo en la torre coruñesa, nos encontramos con el monstruo serpiente conocido como la hidra de Lerna.
Debo citar, y no olvidarme en este somero recuento de la coca, el dragón hembra que cada jueves de Corpus lucha con san Jorge en Redondela y en Baiona.
Todos ellos, con Nessie al frente, habitan en el baúl inmenso de nuestra memoria donde descansa la imaginación. Viven en nuestros recuerdos, y no mueren del todo porque nunca mueren las leyendas.
Escocia está más sola, la niebla frecuente que se esconde en el lago recuerda en sus jirones deshilachados del último día de febrero, cuando el país celebra a su patrón san Andrés, a un escurridizo y simpático habitante que navegó durante varios siglos por el lago Ness. Fue la genuina serpiente de todos mis veranos. Adiós Nessie, buen viaje al país de la fantasía.