Es importante aclarar que los europeos no votamos en Estados Unidos. Las sensaciones y simpatías que se tienen aquí en determinados ámbitos no responden a la realidad de un país que es un continente y cuyo contenido es muy peculiar. El que ha viajado a Estados Unidos sabe que en ese territorio conviven seres humanos muy diversos, de la misma manera que las dimensiones son tremendas, nada que ver con nuestros países europeos, casi de miniatura al lado de los estados norteamericanos. Allí todo es inmenso. De un tiempo a esta parte, también es inmenso el odio, veneno multiplicado por la polarización salvaje que hay. La división en España está yendo a más, pero nada que ver con el enfrentamiento brutal entre los creyentes y fanáticos de Trump y los creyentes y fanáticos de la causa demócrata. Este es el primer dato. ¿Hasta qué punto Kamala puede lograr una movilización histórica como la que consiguió Biden?
Les refresco la memoria. Hillary Clinton ganó en votos a Trump en el 2016, pero no le sirvió de nada. Tras la votación, a las dos de la madrugada, se anunciaba que Trump se llevaba los votos electorales de Wisconsin y Pensilvania y que era el ganador. Hillary sacó casi tres millones de papeletas más que Trump sin éxito, por el peculiar sistema electoral de Estados Unidos. El cinturón industrial del norte será otra vez clave. Biden, en cambio, batió todos los récords. Sumó 81,2 millones de votos. Pero, ojo, Trump también aumentó sus electores, de 65,8 millones a 74,2 millones. Fueron los estados de esas zonas industriales en declive que volvieron al redil demócrata los que pulverizaron a Trump.
Kamala está lanzada. Faltan cuatro semanas para la convención en Chicago. Necesita que no surjan otros nombres. A su favor, hereda lo recaudado por Biden al ser su pareja de candidatura. Además ya ha creado su eslogan: Vamos a ganar esto. Y ha recaudado 47 millones de dólares más en solo siete horas. Está en la ola buena tras el subidón de que Biden por fin haya aceptado que no podía seguir.
Los expertos, próximos a los republicanos, dicen que les preocupa la situación. Con la carta de renuncia de Biden, han pasado de unas elecciones que veían ganadas a tener que volver a recuperar el relato, la narrativa. Los que están más cerca de Trump dicen que el plan tiene que ser el mismo: pasar de destruir a Biden a destruir a Kamala. Pero hay un matiz importante. Antes, el binomio era vender fortaleza frente a la debilidad manifiesta del rival. Ahora pasarán a colocar un discurso de éxito frente al fracaso que supondrían los demócratas, aunque sea Kamala la que se presenta.
Van a explotar que ella haya sido una fiscala general de California muy dura con las minorías, que su gestión como vicepresidenta haya sido nula y todo lo que puedan para no dejar que crezca. A su favor, Kamala tiene 59 años y, a pesar de su pasado como fiscal, es mujer, negra y puede movilizar a todos los que no quieren a Trump ni en carteles. Pero la campaña en realidad se juega en muy pocos estados. Y veremos si Kamala consigue en Wisconsin y Míchigan unos resultados como los de Biden hace cuatro años. Encima, pelea con el milagro de la bala, en un país en el que creen a ciegas en Mickey Mouse y el Pato Donald.