El pasado junio se cumplían veintisiete años del estreno de Airbag, una película de Juanma Bajo Ulloa. En las taquillas arrasó. Más de dos millones de espectadores en aquel 1997. En el reparto figuraba Manuel Manquiña. Por su papel fue candidato al Goya por la mejor interpretación revelación y candidato al premio de la Unión de Actores al mejor secundario. Nuestro impar Manquiña, extraordinario y muy profesional, lo bordó. Su rol de sicario ingenioso dejó huella y todavía hoy lo recordamos: con alegría y orgullo gallego. Sus sentencias son un reclamo. Una de ellas: «Discutiremos el concepto con el fin de discutirlo». Las gentes del cine dicen que Manquiña se saltó el guion en más de una ocasión. Lo ignoro. Lo cierto es que aquel personaje sigue presente en la historia del cine (algo de lo que no podrán presumir otros con mayor apoyo por su corrección política). El concepto es el concepto y en España, cuna de pensadores humanistas, nos sobran. Los conceptos, digo. Aunque en ocasiones no sepamos muy bien cuál es la definición cierta del «concepto». Y así, erróneamente, algunos interpretan la realidad a su manera (My way, cantaba Sinatra).
La realidad es como el concepto. Y en este país no deja de discutirse. La pasada semana, la realidad constató la gruesa equivocación que reposa en el sintagma «mayoría social» (otro concepto). ¿Qué es?, me lo pregunto cientos de veces. Porque después de perder votaciones en el Congreso de los Diputados (y en el Senado, con mayoría absoluta popular), los portavoces del Gobierno siguen hablando de mayoría social. En esta labor se distingue sobremanera nuestra vicepresidenta primera, doña María Jesús Montero: después de perder votaciones por los siete votos de Junts, ella declaró, con vehemencia, que la culpa es del PP. Un portento nuestra vicepresidenta, que acto seguido volvió a ensalzar la mayoría social que ellos y solo ellos representan. En este año, la mayoría social ya ha llevado al Gobierno a perder más de veinte votaciones. Podría repasarlas todas, pero nuestra hemeroteca da cuenta de cada una de ellas. Quizá la culpa la tenga el concepto: uno no sabe muy bien qué es la «mayoría social». Las elecciones europeas, municipales y generales las ganó el Partido Popular. Es decir, el PP posee la mayoría democrática (otro concepto). Sin embargo, la mayoría social es otra. O así nos lo dan a entender los que nos gobiernan. Hace pocos días, los siete votos de Junts tumbaron la reforma de la Ley de Extranjería y también la senda del déficit, o sea, el techo de gasto. Eso impide que se puedan aprobar los Presupuestos del 2025, una tarea urgente. Eso dijo la vicepresidenta cuando en Cataluña se convocaron elecciones y los Presupuestos del 2024 fueron imposibles. Ahora lo son los del 2025. ¿Cómo es posible que teniendo la mayoría social, tal como dicen, el Gobierno no pueda gobernar? La culpa, obviamente, es del PP. Y del concepto.