Las tensiones bélicas en activo parecen haber venido para quedarse un tiempo aún indescifrable. Así cabe constatarlo en la Franja de Gaza, donde Israel sigue lanzando ataques a una población que literalmente ya no sabe a dónde ir. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA) ha señalado que «ya non queda espacio en el que refugiarse. Gaza necesita un alto el fuego ya». Pero lo que sigue llegando es la muerte, con una población sometida a un acoso implacable por parte israelí, y con un horizonte que aún figura sumido en la oscuridad.
Muy distinta parece ser la naturaleza del conflicto Ucrania-Rusia, con la entrada de tropas ucranianas en el occidente de Rusia por la provincia de Kursk. La realidad es que Ucrania parece haber consolidado esta ofensiva, mientras que Rusia mantiene su avance en el frente ucraniano de Donetsk. Todo lo cual parece configurar un complejo horizonte bélico, con una contraofensiva que no había cuajado desde el verano del 2023.
A la lista de estos «conflictos en activo» ha venido a sumarse ahora la Venezuela de Nicolás Maduro tras las elecciones generales del pasado 28 de julio, cuyas actas se ha negado a facilitar a la oposición local y a la comunidad internacional. José Luis Rodríguez Zapatero, ex presidente del Gobierno español, aún no se ha pronunciado sobre los abrumadores indicios de fraude electoral. Lo cual es llamativo, porque Zapatero sigue siendo para algunos una pieza clave para destrabar la actual crisis venezolana. Aunque Nicolás Maduro no parezca estar dispuesto a ceder el poder en ningún caso, por más protestas nacionales e internacionales que se alcen en su contra.
Dicho lo anterior, es obligado mencionar otros conflictos menos conocidos, pero no menos activos. Se trata de la guerra de Etiopía, que empezó en noviembre del 2020 y que ha dejado ya más de 900.000 personas muertas de hambre; el conflicto de Yemen, con más de 233.000 víctimas mortales y 5 millones al borde de la hambruna, y los conflictos de Myanmar, Siria y Afganistán, de los que apenas se habla, pero que constituyen un gran drama de la humanidad.