Gratitud hacia un líder

Francisco Javier González «Fran» LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

Santiago Rey Fernández-Latorre, durante la entrega de los premios Fernández Latorre en 2019
Santiago Rey Fernández-Latorre, durante la entrega de los premios Fernández Latorre en 2019 MARCOS MÍGUEZ

30 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Siempre he creído que en los grupos de trabajo no debe existir la figura de jefe, sino la de líder. Esa persona a la que los demás siguen porque creen en él, ven sus capacidades y, con su eficiencia, los convence de cómo han de hacerse las cosas. Lo otro es pura imposición. Creo que los jefes siempre acaban cayendo por su propio peso, mientras que la labor de los líderes perdura más allá de que su función haya finalizado. Y, por lo que siempre me han comentado los periodistas de La Voz de Galicia, Santiago Rey no era un jefe sin más. Era un líder con mayúsculas. Una persona que se preocupaba por sus empleados, por si tenían un problema, por intentar solucionar cualquier situación negativa que pudiera afectarles.

Yo, sin ser trabajador de La Voz, también percibí ese liderazgo. Nunca fui una persona de su reducido círculo cercano, pero tuve la fortuna de compartir algunos momentos con él y, ya fuera directamente o a través de terceros, siempre me transmitió su apoyo, principalmente, cuando atravesé momentos difíciles. He notado su cariño. Su complicidad. Su respaldo. Y eso no es fácil cuando nos referimos a una personalidad como la suya.

Porque su figura va más allá de la del editor de un periódico. Aunque presidía un diario reconocido a nivel nacional, su nombre irá siempre ligado a Galicia. Recuerdo sus extensos artículos de opinión en los que llamaba las cosas por su nombre. No se arrugaba ante políticos ni ante nadie. Me viene ahora a la cabeza algún discurso durante la entrega de los Premios Fernández Latorre, a los que en numerosas ocasiones he sido invitado, y cómo ante la presencia del político de turno le pegaba un pequeño o mayor tirón de orejas.

Tampoco olvidaré nunca el homenaje que me hizo coincidiendo con los ciento diez años de historia del Deportivo, trayéndome desde Mánchester solo para mostrarme el cariño de La Voz de Galicia.

Por todo ello, en un triste momento como es el que produce su pérdida, no puedo sino darle las gracias por su comportamiento conmigo y su liderazgo, que es el que hará que su legado perdure más allá de su vida. Gracias y hasta siempre, don Santiago.