El fútbol nuestro de cada día

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

04 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Por qué hay fútbol todos los días? Por los derechos de televisión. ¿Y eso es bueno para el fútbol? No, pero es bueno para las teles. No parecía que el fútbol, deporte más lento que otros, que puede incluso acabar en empate, fuese ideal para la retransmisión. Sin embargo, las multinacionales vieron que encandilaba a las masas y eso generaba negocio, sobre todo si se exportaba a todos los rincones del planeta, llevándolo de las gradas a las pantallas. A finales del siglo pasado el fútbol antiguo evolucionó hacia el fútbol moderno, aprovechando una mezcla difusa entre mercantilismo descontrolado e intervencionismo disimulado.

Antes todos los partidos se jugaban el domingo a la misma hora. La imagen del marido escuchando el carrusel en un transistor, a la par que paseaba del ganchete con su mujer sin prestarle atención, desprendía machismo, pero la competición desprendía emoción. Ahora, en ligas con nombres de bancos, las jornadas se extienden entre los viernes y los lunes, con partidos a cualquier hora, pues se trata de rentabilizar al máximo cada segmento de la audiencia. Eso no quiere decir que los demás días no haya fútbol televisado, ya que deben encajarse jornadas de liga desplazadas, Copa de España, Champions League, Europa League, Eurocopa, Mundial, Mundialito… completados, de madrugada, con partidos de la Copa América o la Libertadores.

Antes se emitía, en la televisión pública, un partido por semana, y gratuito, porque se entendía que era de interés general. Ahora se emiten decenas de partidos por semana, a través de plataformas de pago, porque se entiende que son de interés particular, sobre todo de los propietarios particulares de las cadenas. No importa que padres e hijos pequeños no puedan ir a partidos nocturnos los días laborables o que los derbis regionales se celebren en días inadecuados. No importan los socios que acuden a los estadios. De hecho, no importan los espectadores, sino los telespectadores.

Hay excepciones que reconfortan. Aunque se televisen los partidos del Liverpool o del Dépor, los aficionados de ambos clubes abarrotan Anfield y Riazor, al margen de cómo les vayan las cosas a sus clubes en esas ligas mercantilizadas. A veces, a pesar de los dueños del tinglado, el fútbol es un sentimiento, un sentimiento de pertenencia a un lugar y a un colectivo. Que sea moderno no quiere decir que sea mejor el fútbol nuestro de cada día.