Santiago Rey, Galicia y La Voz

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

MARCOS MÍGUEZ

05 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La Voz de Galicia no fue mi primer periódico de referencia. Sin embargo, alcanzados los 16 años, 1965 o 1966, encontré que el periodismo que me explicaba mejor alguno de los mundos que nacían era el de La Voz de Galicia. Percepción que se fue asentando con las revueltas estudiantiles de 1968, y luego en aquellas otras de 1972, con las obreras de Ferrol y Vigo. Con él pude vivir el fin del franquismo, con una sociedad civil urgiendo al cambio y La Voz dándole soporte y cobertura.

Supongo que me hice lector diario de La Voz por todo lo que me aportó de realidad y esperanza en aquellos años. Porque la estrategia informativa del periódico, desde Pedro de Llano a Francisco Pillado o Juan Ramón Díaz, una sucesión articulada por la empresa en una línea de continuidad (cada uno de ellos había sido el segundo del anterior), se acompañaba de decisiones empresariales que conformaron Galicia. La decisión de las ediciones locales, hasta 16, de amplio impacto en la prensa gallega rompiendo el localismo, o la creación de la sección Galicia, con las coberturas informativas y los análisis de sus aspectos económicos y culturales propios, hicieron de La Voz de Galicia, y de las estrategias y decisiones de Santiago Rey, con una apuesta liberal y progresista, un periódico de ideas avanzadas en la Transición y un soporte de la reivindicación de Galicia. Una apuesta sostenida por sus directores y una redacción rejuvenecida con la incorporación de nuevos periodistas, sobre todo en sus ediciones locales.

Las decisiones empresariales de Santiago Rey, incluida la concentración accionarial de la empresa, anticiparon la Galicia necesaria para lograr una respuesta social y política en la Transición. No descubro nada nuevo, pues todo está analizado en A prensa en Galicia na Transición, y en su exhaustivo y apasionante anexo de 37 entrevistas a periodistas y políticos, de Marcos Pérez Pena, donde se considera mayoritariamente a La Voz de Galicia como un elemento determinante para lograr el estatuto de autonomía asentado en aquel de la República y en la apuesta por la democracia.

Les hablo también de la generosidad de Santiago Rey al aceptar mi colaboración, primero en Camiño de Volta de Antena 3 de Radio (1991), luego Radio Voz, y desde 2002 como colaborador de La Voz de Galicia. Una generosidad que además me permitió vivir, en la proximidad del periódico, la catástrofe del Prestige. Un hito social y político donde Santiago Rey, y su apuesta informativa sostenida en el tiempo frente a tantas presiones, contribuyó una vez más a que Galicia se sintiera dueña de su destino. Sin esa apuesta informativa —inteligente y resistente—, quizás no hubiera oportunidades como las del ferrocarril o el puerto exterior de A Coruña. Más allá de como se hayan concretado aquellas exigencias y sus controles por la sociedad gallega, tan dada a reverdecer sus localismos, con un papel sobresaliente en ello del periódico y de su editor, un gallego inteligente y generoso.