Tuve el privilegio de ser convocado a algunas reuniones de trabajo con él, siempre al pie del cañón, de verlo, su presencia rotunda, de escucharlo, su voz superlativa —muchas veces sus palabras eran como auténticos titulares de periódico—, de ser testigo de su extraordinario olfato periodístico. Nunca lo olvidaré. Tenía la experiencia de los años y, al mismo tiempo, más curiosidad que el periodista que acaba de llegar. En esos encuentros, siempre, y daba igual la posición en la empresa o en la vida de sus interlocutores, se giraba y preguntaba ¿y a ti, qué te parece? Sabía que en todas las opiniones, por peregrinas que parecieran, podía haber algo valioso. Algunas de esas reuniones son las mejores clases de periodismo que he recibido nunca. Si Santiago Rey Fernández-Latorre se pudiera resumir en tres palabras, estas serían periodismo de calidad; el que busca y cuenta la verdad, el que defiende las causas nobles, siempre al servicio de los lectores. El periodismo, en fin, que todos los días se intenta hacer en La Voz de Galicia. Así de sencillo, y así de complejo. Sin Santiago Rey Fernández-Latorre, presidente y editor, periodista enorme, la foto de Galicia y de España ya no será la misma. Ya no es la misma. Tomo prestado su título Yo protesto para protestar por su desaparición. Aunque sea ley de vida. Aun con el consuelo de que hay personas que, como él, son eternas, yo protesto. Muchas gracias, presidente.