«Qué entrañables los textos dirigidos al fallecido editor de este periódico, don Santiago Rey Fernández-Latorre. Todos ellos rezuman agradecimiento, palabra no muy de moda entre aquellos que, en la sociedad actual, no creen en el hecho de que la experiencia es un grado (¿edadismo?); respeto, de ahí el don Santiago que figura en el titular del precioso artículo de Miguel-Anxo Murado, enseñando a aquel que no lo sabe que no se puede tutear a todo el mundo como si de un colega se tratase; y cultura, mucha cultura, y aquí deseo pararme. Por desgracia, no es muy frecuente que, en los manuales actuales de la ESO de Lengua y Literatura Española figure la hermosa Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández. El poeta se la dedica al que fue su mecenas. Me veo obligada a fotocopiarla, año tras año, y a leerla y comentarla, con detenimiento a mis alumnos; les enseño también cómo la literatura puede servirnos para sacar a la luz, tanto en ceremonias alegres como luctuosas, como en este caso, poemas que llevan consigo una fuerte carga emotiva. Don Roberto Blanco Valdés cita varios versos de esta composición en el artículo dedicado al presidente de La Voz de Galicia. Esta obra, junto a las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique y el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Federico García Lorca, constituyen la «santísima trinidad» de las elegías de la literatura en lengua castellana. Quizá algún profesor, antes de que hubiera emprendido sus estudios de Derecho, se la dio a conocer en el antiguo y tan denostado bachillerato… En aquel entonces, los clásicos se encontraban en los libros, no estaban al alcance de un simple clic… Les animo a leerla o releerla: «Yo quiero ser llorando el hortelano/ de la tierra que ocupas y estercolas…»