En el mismo escenario bíblico, un nuevo Herodes preside Israel y es el responsable de la matanza de miles de inocentes. Sostiene la ONG Oxfam Intermón que al menos once mil niños han muerto asesinados por las bombas, por explosivos y balas del ejército de Israel en la franja de Gaza.
Ha pasado un año desde el salvaje atentado terrorista de Hamás que provocó la muerte de mil doscientos israelíes y el secuestro de más de doscientos ciudadanos del estado judío.
La cifra de los niños masacrados por la vesania de un ejercito regular que asoló a sangre y fuego el pequeño territorio palestino, causando destrucción y desolación entre los habitantes de ese mínimo país sin estado, es mucho más que un dato estadístico. Impera el éxodo interior y se bombardean escuelas y hospitales, y no se respetan los campos de refugiados.
Una hambruna general y todo tipo de carencias, desde agua potable a electricidad o medicinas, recorre Gaza. Se unieron los cuatro jinetes del Apocalipsis
El exterminio, la muerte de niños y niñas en esa parte del mundo, es muy difícil de contar con palabras. Nada hay que justifique esa matanza universal que cuestiona seriamente la estructura cabal del genero humano.
He visto sus caras de espanto clavadas en las pantallas de los telediarios, dando cuenta del dolor que provoca la infamia. He acompañado con un llanto inaudible al de un joven padre que llevaba envuelto en un paño blanco, a modo de sudario, el pequeño cadáver de su hijo tras desenterrarlo de los escombros de su casa derruida. He intentado descifrar las claves del profundo odio arraigado en una tierra habitada por las mismas personas que a un lado de la raya divisoria son israelíes y al otro lado palestinos; son los mismos, aunque en sus gritos callados de socorro invoquen unos a Moisés y los otros a Mahoma.
Trato de evitar en estas líneas la fácil demagogia y el sentimentalismo ternurista para dejar que broten recuerdos, once mil recuerdos, que desde la piedad quieren ser mi homenaje, mi oración civil.
El pueblo judío olvida su Holocausto, olvida Auschwitz y los campos de exterminio, y ochenta años después hace de la franja de Gaza un campo de concentración.
Los once mil niños llevan en su muerte once mil pijamas de rayas como los prisioneros de los campos de exterminio. Todos son el niño del pijama de rayas, son nuestros hijos, nuestros hermanos, nuestros sobrinos, ahijados de una guerra sin sentido, un conflicto armado inútil, como inútil es la muerte.