«Además de perder mi empleo, ahora debo preocuparme de que Hacienda no me denuncie por fraude»

OPINIÓN

María Pedreda

09 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La paradoja del trabajador

En un mundo cada vez más globalizado y digitalizado, donde el teletrabajo ha sido promovido como una solución eficiente y flexible, es desconcertante ver cómo un sistema burocrático rígido puede llevar a la ruina profesional de alguien que lo único que ha hecho mal es trabajar. Mi historia es la de un trabajador pluriempleado, ingeniero en una empresa internacional de primer nivel y futbolista profesional, que ha perdido su empleo no por negligencia o desinterés, sino por un sistema que, irónicamente, castiga a quien quiere trabajar.

Todo comenzó el pasado 14 de septiembre, cuando sufrí un accidente en Zaragoza durante un partido de fútbol. El 16 de septiembre visité la mutua y, tras una primera evaluación, se me emitió un parte de «No baja», lo cual significaba que podía seguir trabajando con normalidad. Así lo hice, conectándome diariamente a mi empleo como ingeniero, desempeñando mis tareas sin problemas desde casa, en modalidad 100 % remota, mientras esperaba más exámenes médicos. Días más tarde, el 20 de septiembre, una resonancia magnética reveló una rotura del menisco y del ligamento cruzado anterior. Aún con esta noticia, no se me emitió una baja médica en ese momento. No fue hasta el 25 de septiembre, tras la visita al traumatólogo, que, sin que a mí nadie me lo comunicara, la mutua emitió una baja retroactiva que databa del 14 de septiembre, el día del accidente.

Sin haber sido informado de esta baja, seguí trabajando normalmente hasta el 27 de septiembre, cuando mi empresa me comunicó que, según la Seguridad Social, yo estaba oficialmente de baja desde el día del accidente. Esto suponía un «fraude de ley», ya que había estado trabajando mientras supuestamente estaba incapacitado. Desde la mutua no se me dio oportunidad de regularizar mi situación y el 4 de octubre la empresa, ante la imposibilidad de corregir lo que ya estaba hecho, declaró la nulidad de mi contrato.

Lo más paradójico es que mi lesión no me impedía cumplir con mis funciones como ingeniero. Mi trabajo es puramente remoto, no requiere esfuerzo físico, y tenía la voluntad y la capacidad de seguir trabajando. Sin embargo, el sistema no permite flexibilidad en estos casos. A pesar de que otros países permiten que los trabajadores pluriempleados mantengan uno de sus empleos si su baja médica solo afecta a uno de ellos, aquí en España me encontré atrapado en una burocracia arcaica.

Mis compañeros, distribuidos por distintos países europeos, no podían creer lo que estaba sucediendo. Mientras en otros lugares se promueve la productividad y el trabajo a distancia, aquí perdí mi empleo porque una mutua decidió no notificarme sobre mi baja, y el sistema legal asume que, desde el momento en que te lesionas en un trabajo, debes quedar incapacitado para ambos.

Como consecuencia, además de perder mi empleo, ahora debo preocuparme de que Hacienda no me denuncie por fraude. Es absurdo que, por haber trabajado y mantenido mi compromiso profesional mientras estaba de alta, además me enfrente a la posibilidad de una sanción fiscal. Este es el tipo de incoherencias que llevan a muchas empresas a decidir no establecer su base en España, o incluso a deslocalizar sus operaciones. Mientras el resto del mundo avanza hacia un entorno más flexible y competitivo, nosotros seguimos atrapados en un sistema que penaliza el esfuerzo y la proactividad. Iván Rubio.

Ames, el concello deshumanizado

El que ha permitido una pensión turigrina en la tercera planta de un edificio de viviendas, en Milladoiro, donde reside mi querido tío. A pesar de la negativa de los vecinos, que no fueron informados en su día, el Concello concedió, y Turismo de la Xunta refrendó, un establecimiento de este tipo. Vulnerando ambos el RDL 7/2019 que reforma la Ley de Propiedad Horizontal en lo referente a viviendas turísticas. Primando el turismo sin control —al edificio asoman todo tipo de personas sin control alguno, ya sean santos o delincuentes—: lo cierto es que atentan contra el bienestar y la seguridad de los residentes, de los vecinos que mantienen al alcalde y a sus concejales. Y mientras tanto mi tío sigue clamando por que cierren la pensión instalada en un edificio que la ley dice claramente que son viviendas y que para hacer negocio están los bajos comerciales, unos diez, donde pueden ejercer la actividad mercantil sin molestar, sin hacer daño a los residentes. Algo que no respetan el humanizador, deshumanizado, Concello de Ames y la Xunta. Xiana del Cabo.