La culpa la tiene una directiva de la Unión Europea que exige que los tapones de los recipientes, una vez abiertos, queden unidos (bridados) al envase, con el fin de que no se pierdan. En principio parece una buena idea, pero choca frontalmente con la realidad.
Una vez abierto el envase, el tapón queda unido al recipiente por medio de un trozo de plástico estrecho y resulta difícil volver a enroscarlo. En el caso de un tetrabrik de zumo, que normalmente no se consume de una vez y es necesario taparlo para que el líquido no se vierta, la operación de cerrar el tapón resulta difícil porque la brida dificulta la acción de enroscar el tapón (¡maldito tapón bridado!).
Los recogedores de tapones protestan, porque era más fácil recoger los tapones separados de sus envases que hacerlo cuando están unidos (bridados) a los envases. Ahora tienen que arrancar el tapón del envase y no es nada fácil. Este grupo de personas recogían tapones porque su composición es distinta de la del envase y el valor de los tapones es mayor que el de los envases. Con el dinero conseguido por la venta de tapones ayudaban a distintas personas con problemas de salud, dificultades económicas, etcétera.
Mariano Rajoy (La Voz, 4-10), en el Foro de La Toja, dijo: «No estamos tan mal». Eso sí, después de protestar porque el tapón de plástico sea ahora inseparable de la botella, por una directiva de Bruselas.