Chovinismo prusiano

Manuel Blanco Desar
Manuel Blanco Desar EUROPA NOSTRA

OPINIÓN

Valesca Ricardo | EFE

11 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Nuestro futuro inmediato se juega en Alemania y Francia. Si alguna de ellas hace implosionar la UE, España también lo hará y volveremos políticamente al medievo, tan deseado por cierta aristocracia partidista. Los resultados electorales en Turingia, Sajonia y Brandeburgo están en línea con la demente inercia nacionalista francesa. Ese es el problema, pero nadie quiere verlo ni atajarlo, nadie lo explica donde procede, en bares, en mercados, en las calles.

Los nacionalistas alemanes se movilizaron contra el euro y solo después contra la inmigración musulmana. Que nadie lo olvide. Su motor principal es la implosión de Europa. Si esto sucediese, la mayor culpa no será suya, sino de los europeístas que no tienen el valor de defender nuestra Unión como se debe. Una Unión perfectible, pero no por ello eliminable. En Francia, desde la derrota de la Constitución europea, estamos en manos de insensatos chovinistas, que nada aprendieron de la guerra franco-prusiana, ni de ambas guerras mundiales.

En tiempos de hombres infantiles hay que recordar a líderes como Konrad Adenauer. En su discurso de 1946 ya advirtió contra la herencia prusiana: en una nación que ha sido preparada con la concepción prusiana del Estado y en la que prevalece una visión materialista es fácil introducir una doctrina que considera que la propia raza es la superior. Por eso denuncia Adenauer el paganismo de Berlín y su adoración al Estado como ente supremo. Siendo renano, fue consecuente con su visión de una Alemania más europea y menos prusiana.

El nacionalismo alemán es de la misma pútrida raza que todos los nacionalismos europeos, aunque más nocivo por la dimensión del cuerpo social que vampiriza. Eric Hobsbawn nos desveló sus mentiras y sus riesgos, comenzando por la invención de la tradición para manipular a los nativos. Los nacionalistas odian Europa, porque constriñe su irracionalidad y porque defiende al individuo contra la masa.

Ahora cargan contra la inmigración. Quien asesinó a más europeos fue esa insania tribal, hoy del todo incompatible con la decadencia de nuestra economía. Buscan culpables fuera, como siempre, por no mirarse en el espejo. Solo un dato: desde 1998, Alemania nunca ha tenido un canciller con hijos. Es más, ha tenido gobiernos donde había tantos o más ministros infecundos que fecundos. ¿Les obligaron los inmigrantes? ¿Eran pobres? En absoluto. No quisieron ver lo que les mostró Adenauer. Sin Europa y sin sangre nueva, Alemania jamás será lo que está llamada a ser como primus inter pares de nuestro senil continente.