Sobre la hispanidad de España

OPINIÓN

Rodrigo Jiménez | EFE

15 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Anda estos días la hispanidad zarandeada y revuelta, puesta patas arriba, por un huracán que barre el sur de los Estados Unidos —esa zona que recorrió hace quinientos y pico años Álvar Núñez Cabeza de Vaca, ejerciendo la santería—, mientras en la madre patria miramos para otro lado y renegamos de nuestros hermanos de allende los mares porque nos han salido demasiado morenos. Aquende solo se canceló —sorprendentemente— el desfile aéreo del día de la Fiesta Nacional, para que, al mirar, a los invitados no les cayera la lluvia en los ojos. La hispanidad en Hispania está un poco desleída y en América es como un coche de carreras aparcado en un garaje, del que nadie tiene las llaves y que, de todas formas, nadie sabe conducir. De vez en cuando alguien se sube —Maduro, López Obrador— pero como aquello no se mueve, se aburre y se baja enseguida. A los españoles nos gusta decir que la culpa de todo la tienen los ingleses, pero a mí me parece demasiada culpa para tan poco enemigo y que, frente al muy español y mucho español de Mariano el registrador, hay un español que mira su entorno con cautela y no entiende bien su propio país. Un país que está apasionadamente en desacuerdo consigo mismo. Un país, en fin, cuya monarquía ha sido salvada por una joven periodista asturiana. Y para colmo de males ahora nos cuentan que Cristóbal Colón no era Pedro Madruga, natural y vecino de Poio, sino que tenía ascendencia judía, como Netanyahu.

Menos mal que nos queda la tortilla de patatas.