Lo que comenzó siendo el caso Koldo, las andanzas de un golfo para enriquecerse, lleva camino de convertirse en una parranda multitudinaria. Que a ver en qué acaba. Porque las pintas no son favorables para las huestes socialistas. Puede pasar de ser la trama Koldo a la trama universal. Todo, claro, según un demoledor informe de la UCO, que es aquello que Jordi Pujol preguntó «¿qué coño es eso?». Y lo que los dirigentes populares desacreditaron cuando desveló sus dopajes electorales o exoneró a Begoña Gómez. Pero la más que probable imputación del extodo José Luis Ábalos, nos devuelve a tiempos que creíamos superados.
Precisamente, en la cantidad de implicados es donde radica el problema. Tantos partícipes denota que no se trata de un caso aislado y sí de una perfecta organización que no viajaba por la A6, sino que se paraba en la Moncloa. Ábalos no fue un simple militante de la agrupación socialista de Torremochuela. Fue la mano derecha del presidente del Gobierno, ministro de una cartera de mucho peso y secretario de organización del PSOE. Es decir, fue el manillador mayor del reino, sin cuya inestimable ayuda Pedro Sánchez no habría llegado a donde llegó. Y este Ábalos ha caído en desgracia por sus malos caminos, en los que, según parece, le iniciaron Koldo García y el comisionista Víctor Aldama, quien ya dejó clara su predisposición a trabajar por el bien común cuando le dijo aquello de «yo con el ministro de Fomento lo tengo todo armado», para añadir que «con el nuevo Gobierno, lo que se quiera». Y debieron de querer mucho, porque la relación del pirateo tiene largos tentáculos. Desde el rescate de Air Europa al fraude del IVA de los hidrocarburos o la «visita privada» y con gran equipaje de la vice venezolana Delcy Rodríguez. Desde Baleares a Venezuela, pasando por varios ministerios. E implicando a Marlaska, Calviño e Illa, entre otros muchos.
Por eso la nómina de los que estuvieron y ya no están, de los comisionistas, de los que recomendaron, los que actuaron y los amigos del alma, conforma una trama de corrupción. Simplona y tosca. «Me dice K. que ya ha llamado al número 1», dicen en un mensaje más propio del atolondrado superagente 86.
El informe de la UCO acorrala a Ábalos. Y a seiscientos más. O mil. Porque una trama de estas características no puede funcionar con dos conseguidores y un extodo. Queda un montón por aclarar, por mucho que el presidente Sánchez dijera que «quien la hace, la paga». Entre otras incógnitas, saber el conocimiento que él tenía de las andanzas de la red. Una red que encabeza su hombre de confianza que en la moción de censura que acabó con Rajoy en el 2018, por la condena al PP por lucrarse con la Gürtel, centró su discurso en un sistema de corrupción institucional. A ver si va a resultar ser lo mismo.