
Eel caso Íñigo Errejón ha sorprendido su cara de niño, su aspecto juvenil, su imagen poco varonil. La gente lo ha verbalizado como un componente de estupor, añadido al shock de que el diputado de Sumar, un progresista de izquierdas, que se supone feminista, pueda abusar psicológicamente y sexualmente de una mujer. Aún nos cuesta entender cómo el machismo lo impregna todo y todavía seguimos configurando una idea errónea del maltratador y del depredador. La concepción de que es un machirulo con ideas trogloditas está muy alejada de la verdad. Aunque sea un machirulo troglodita por dentro, el maltratador no tienen un único perfil, igual que no hay víctimas de un solo perfil. El único patrón, eso sí, en el que coinciden esos hombres es que nunca parecen lo que son a ojos de los de fuera, se presentan como seres encantadores, como vecinos perfectos o yernos ideales. Por eso hay que creer siempre a las mujeres, siempre. Las víctimas saben que lo son, saben cómo las hacen sentir, cómo las devoran, cómo las apagan, cómo las desprecian, y hasta a veces cómo las violan. Y hasta las mujeres a veces dudan, dudamos, de esa verdad que corroe por dentro. Vean si no a la protagonista de Querer, la nueva serie de Movistar +, que pone sobre la mesa el debate de cómo las mujeres sufren abusos sexuales dentro del matrimonio español. Es difícil quitarle la careta al maltratador, pero cuando se les cae, a veces ves la cara de un niño.