El Niño y La Niña son fenómenos climáticos que se originan en el océano Pacífico ecuatorial, pero pueden tener efectos en el clima de todo el mundo. Los dos están relacionados: son las fases opuestas de lo que se llama El Niño Oscilación del Sur (ENOS). Por ello, nunca pueden ocurrir de manera simultánea. ENOS describe la fluctuación de dos magnitudes en el Pacífico ecuatorial: la temperatura superficial del agua del océano y la presión del aire sobre él. Cuando las temperaturas de la superficie del mar superan el promedio en medio grado Celsius o más se puede formar El Niño. Cuando están por debajo del promedio, se puede formar La Niña. La otra magnitud se refiere a la diferencia de presión del aire entre el oeste y el este del Pacífico ecuatorial. Se lee la presión en Darwin, en la costa de Australia, y en Tahití, la isla más grande la de Polinesia francesa, a más de 8.000 kilómetros al este. Cuando la presión es más baja de lo normal en Tahití y más alta de lo normal en Darwin, las condiciones favorecen la formación de El Niño. Cuando ocurre lo opuesto, se desarrolla La Niña. Los fenómenos naturales (El Niño, La Niña, erupciones volcánicas, lluvias torrenciales) tienen una gran repercusión sobre el clima. Así, la causa principal del aumento de la temperatura superficial de la Tierra en el año 2023 fue propiciada por El Niño y no por las acciones de los seres humanos (La Voz, 22-10).