Tezanos, como siempre inoportuno, nos contó ayer que asco e indiferencia son los dos sentimientos mayoritarios que nuestros políticos generan entre la población. Y eso que el sondeo se realizó antes del ejercicio de cinismo que este miércoles presenciamos en el Congreso por parte del agrietado bloque de la investidura. Tras numerosas peticiones de la oposición y una hora de debate a puerta cerrada, Francina Armengol accedió a suspender la jornada de trabajo en la Carrera de San Jerónimo. En el fondo, le venía bien al PSOE y a Sumar, acosados por la corrupción de Ábalos, el tinglado de Begoña Gómez y los escándalos de Errejón.
Lamentablemente, en la maniobra política, la solidaridad con los valencianos y manchegos que a esa misma hora buscaban a sus muertos y desaparecidos bajo miles de litros de agua no era más que una tapadera. Porque lo único que le interesaba ayer al Gobierno —y a sus aliados-cómplices— era retomar el control del consejo de administración de Televisión Española.
La frágil alianza de socialistas, extrema izquierda e independentistas —con la única excepción del no del BNG— subió con gesto compungido a la tribuna del Congreso para predicar su apoyo a las víctimas de la DANA mientras se completaba el asalto a Prado del Rey. Antes de comer, la vergonzosa maniobra estaba lista. Y aún les quedaba margen para empeorarla: el PSOE y Sumar no harán declaraciones durante tres días. Así nadie les podrá preguntar por sus escándalos. Solo importa controlar la tele.