Fregar la riada

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

Kai Försterling | EFE

02 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Mi madre lleva unos días sin ver los telediarios que tanto le gustan. Dice que le es imposible soportar el dolor de tanta gente sin poder hacer nada más que rezar. El dolor se concentra en Valencia, pero toda la gente que es gente sufre con ellos. En los acontecimientos de esta magnitud aflora toda la carroña y se hacen más visibles los carroñeros. Para aprovecharse de quienes quizá están pasando las peores horas de sus días hace falta carecer de corazón o tener uno muy pequeñito, achicado por la ignorancia, la necesidad y los vicios. Pienso también en los que roban tiendas y supermercados, y en los que asaltan viviendas vacías o en los que entran mediante engaños en los pisos donde sobreviven familias aisladas. También pienso en ellos, pobre gente animalizada. Casi tanto como esos que andan regateando ayudas o intentando lucrar rendimientos políticos. O como ciertos periodistas que trafican con el dolor ajeno sin preguntarse cómo verán esas imágenes dentro de un año sus entrevistados o los hijos de sus entrevistados. Más abyectos que los saqueadores me parecen quienes utilizan a las personas como un medio, sin que les importen ellas mismas o, al menos, no tanto como lo que puedan obtener. Y si ocurre en una emergencia apocalíptica, peor.

La parte buena es que ayer veíamos el telediario en casa de mi hermana y pude confortar a mi madre mostrándole las oleadas de gente joven, sobre todo, pero también de mediana edad que se acercaban a las zonas devastadas. Auténticas columnas de voluntarias, y voluntarios, una riada humana contra la riada natural y el hedor de la carroña.

Mil razones me lo impiden, pero ¿si pudiera, sería capaz yo ahora de levantarme para acudir a ese fregado?