«Necesitan ayuda y los primeros en acudir son los ciudadanos. Me recuerda al Prestige»

OPINIÓN

Rober Solsona | EUROPAPRESS

03 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Respuesta ante la tragedia

Me siento realmente indignada porque, ante unas circunstancias de tal magnitud, los políticos no sean capaces de coordinarse y mandar al ejército a trabajar a la zona de Valencia afectada por la dana. Tras esta tragedia inmensa, la decepción es total ante la respuesta de los responsables políticos, que piensan más en sí mismos que en las necesidades de los ciudadanos. Almudena M. Oleiros.

Conmoción y pavor

Existe una doctrina militar cuyo nombre técnico es el que figura como título de la presente carta. Se basa en la utilización de un poder abrumador que conlleva una demostración espectacular de fuerza que paraliza la percepción del enemigo hasta quedar postrado por la impotencia. La dana, de cuyos estragos estamos siendo testigos, nos ha demostrado el poder letal y aniquilador de la madre naturaleza cuando utiliza su inmenso poder devastador; su fin es debelar todo lo que encuentra a su paso hasta lograr un paisaje apocalíptico que supera con creces a cualquier distopía.

Ante tan tétrico panorama, el ser humano debe de mostrar lo mejor de su especie: las zonas afectadas necesitan todo el combustible solidario para volver a levantarse y España entera se ha convertido en la gasolinera emocional y física para que puedan repostar. El pueblo soberano demuestra vez tras vez que está por encima de ideologías, que demasiadas veces hacen que tomemos caminos divergentes con nuestros vecinos. Sin embargo vemos, perplejos y atónitos, cómo la clase política comienza a lanzarse dardos mientras muchos compatriotas esperan a ser localizados para que sus familias y amigos puedan despedirse de ellos. Conmoción y pavor también ante determinados comportamientos. Francisco Javier Sáenz Martínez. Lasarte (Guipúzcoa).

Sobreviviendo al Estado

Todos hemos sacado conclusiones de la catástrofe de la dana. Ojalá nuestros políticos hayan aprendido algo también. Ahora sé que en caso de catástrofe estaré aislado 72 horas, con los víveres que tenga, encerrado para evitar saqueos, sin higiene, velando difuntos como se pueda, con enfermos, bebés, ancianos y discapacitados a su suerte, con coches bloqueando puertas, sin electricidad, sin agua potable y sin cobertura. Ahora sé que MeteoFrance es mejor que Aemet, que nadie sabe si hay listas oficiales de desaparecidos, que el ejército español tiene que esperar sentado hasta que alguien despierta, que rechazamos la ayuda internacional y que hay protocolos que nadie entiende. Que nadie asume responsabilidades, que los voluntarios y la solidaridad trabajan mejor que las propias instituciones, que los políticos necesitan renovar RTVE y colocar gente mientras quienes les pagan el sueldo se ahogan en sus coches y en sus casas. Primero lo importante, después los españoles. Un viejo amigo me decía que el optimismo trae supervivencia. En fin, seré optimista, he aprendido que durante esas 72 horas solo tengo que sobrevivir al propio Estado. Me quedo más tranquilo. Juanma Sánchez. Negreira.

Después del desastre, la reflexión

Es interesante detenerse en la postura adoptada por los distintos partidos políticos a la hora de solidarizarse con las víctimas de tan dramáticos acontecimientos. La actitud y poca empatía demostrada por algunos de nuestros representantes públicos ha dejado mucho que desear, como lo demuestra el hecho de que, en el mismo momento que muchas personas se debatían entre la vida y la muerte, en el Congreso de los Diputados se aprobaba la designación del Consejo de Administración de RTVE. Por otra parte, es digno de mención el hecho de que, en esta zona ya hay precedentes de este tipo de inundaciones y, sin embargo, desoyendo el riesgo que suponía, se han llevado a cabo construcciones nada recomendables. Asimismo, y quizá por descoordinación entre las distintas administraciones, se ha observado falta de medios y diligencia a la hora de dar una respuesta adecuada a las víctimas que sobrevivieron a esta tragedia. Adolfo Costas Gascón. Pontevedra.

Catástrofes

Creo que en los casos de catástrofes como la ocurrida en Valencia, así como en otras de menor intensidad, como incendios o derrumbes, sería muy bueno que grandes empresas constructoras, y de servicios, como grandes almacenes o compañías de venta incluso de venta online, procediesen de inmediato a la reparación de los daños y suministro de bienes indispensables, a su cargo. Y que, posteriormente, puedan deducir el importe de los gastos de los impuestos a pagar por su actividad. José A. Novo.

La gente

A ellos dedico esta carta, a esos ciudadanos que, sin pensar si sus sentimientos políticos son de derechas o de izquierdas, se han echado a la carretera para llegar a los sitios desbastados por la dana. Ciudadanos anónimos que ven sufrir a sus conciudadanos, que mimetizan su sufrimiento y lo hacen suyo, que no se paran a culpar a nadie, eso llegará después; solo saben que necesitan ayuda y allí van llenando las carreteras, cumpliendo una misión que los estamentos del Estado, ya sean autonómicos o central, deberían tener previsto. ¿Qué le importa al ciudadano ahora de quién ha sido la culpa? Tal vez de nadie, solo de la maldita dana que los mató con 500 litros de agua por metro cuadrado?.

Necesitan ayuda y los primeros en acudir son los ciudadanos, la gente, gente que llena las carreteras, con palas, con agua, con comida. No piensan en ningún color político, solo en ayudar y salvar vivas. Esa es la auténtica humanidad democrática.

Me recuerda al Prestige... Juan Lojo. A Coruña.

La soledad en la era de la hiperconectividad

¿Qué sucede cuando nuestra necesidad de conexión no puede ser satisfecha por la tecnología? La serie La última noche en Tremor refleja esto, igual que en la tragedia en Valencia a raíz de la dana, donde muchas personas se ven obligadas a vivir bajo el aislamiento por las inundaciones y cortes en los suministros. En momentos de crisis, la hiperconectividad digital no puede reemplazar el apoyo humano cercano que tanto necesitamos, algo que las personas afectadas por esta catástrofe conocen bien al experimentar ese vacío emocional. Sin embargo, esta gran desgracia está sacando a relucir la gran calidad humana y solidaridad de un país y una comunidad que está demostrando que, bajo las mayores adversidades, el verdadero vínculo humano es el que nos da fuerza para salir adelante. Paula Merino Sánchez.