¿Alguien se imagina a ciudadanos británicos increpando y llamando asesinos a sus reyes? ¿Y a los daneses? ¿Y a los noruegos? En España sí. Ha sucedido el domingo en Paiporta, un pueblo de Valencia ahora tristemente conocido, y no eran ni tres ni cuatro los energúmenos que dieron esa imagen tan penosa emitida en todas las televisiones del mundo civilizado.
Y de paso, le cayeron insultos de todo estilo a Pedro Sánchez, quien iba con ellos, y a Carlos Mazón, el presidente valenciano, que estaba con la comitiva y que era el único que tenía responsabilidades -quizás no personales, pero sí políticas- por haber transmitido tarde el aviso rojo de Aemet.
No se trata de que la monarquía sea un sistema medieval periclitado en la mayor parte del mundo occidental, sino de educación cívica y, sobre todo, de respeto. Pero al parecer somos guerracivilistas hasta el tuétano, y no perdemos ocasión de demostrarlo para preocupación o indiferencia del resto de Europa. Aunque las pague un rey que tuvo los arrestos de romper el cordón de seguridad y dialogar y dar explicaciones a quienes lo ponían de chupa de dómine.
Esto parece Italia. ¿Piove? Porco Goberno.