Trump, ¿lo mejor para Europa?

 Jorge Quindimil
Jorge Quindimil CUANDO ESTALLE EL MUNDO

OPINIÓN

Brendan McDermid | REUTERS

07 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El regreso de Trump a la Casa Blanca es síntoma del declive democrático de la sociedad occidental. La indulgencia de los ciudadanos con la peor clase política de los últimos tiempos no es exclusiva de Estados Unidos, sino que se extiende por Europa e Iberoamérica, incluida España. El desprecio de nuestras infames élites políticas por los más elementales valores de humanidad o de democracia es tolerado, e incluso defendido, por sociedades peligrosamente polarizadas. La negación del otro, solo porque es o piensa diferente, nos aboca al abismo democrático.

Pero hagamos un esfuerzo para no caer en el catastrofismo. ¿Y si les dijese que Trump podría llegar a ser lo mejor que le puede pasar a Europa? Nuestra querida y necesaria Unión Europea lleva años inmersa en un preocupante estado de vulnerabilidad política, económica y demográfica. Acontecimientos como el brexit, el primer gobierno de Trump, la pandemia, la guerra de Ucrania o la explosión de la inteligencia artificial hicieron saltar en Bruselas las alarmas de su dependencia estratégica, en términos militares, energéticos, industriales y tecnológicos, acentuada por la vulnerabilidad de sus cadenas de suministros.

Todos estos factores exógenos desencadenaron un efecto desfibrilador en la Unión Europea, fortaleciendo su autonomía estratégica. La Cooperación Estructurada Permanente (PESCO), instrumento clave para el desarrollo de capacidades militares europeas, dormía el sueño de los justos hasta que se activó dos meses después del brexit, en el 2016, y se puso en marcha durante el primer año de gobierno de Trump, en el 2017. Tras la pandemia, en el 2020, la Unión aceptó de forma específica la necesidad de abordar su vulnerabilidad industrial y de cadenas de valor.

Tras la invasión a gran escala de Ucrania por la Federación Rusa, en el 2022, Europa experimentó cambios históricos inimaginables hasta entonces: ingreso de Suecia y Finlandia en la OTAN, ingreso de Dinamarca en la Política Europea de Seguridad y Defensa, e incremento generalizado de los presupuestos de defensa en todo el continente. De forma provocadora, podríamos afirmar que Trump y Putin han hecho más por la autonomía estratégica europea que la propia Unión y sus Estados miembros.

Trump supone un desafío para un orden global selvático y en equilibrio inestable, donde la Unión Europea no tiene más alternativa que fortalecer su lenguaje de democracia, paz y cooperación, con un lenguaje de fuerza y autonomía estratégica. Es necesario y posible, pero difícil, por las diversas y divergentes culturas de defensa europea, entre favorables y detractores, atlantistas y federalistas. Trump supone una amenaza para nuestra debilidad, pero una oportunidad para nuestra fortaleza.