A tu abuelo lo cuido yo
Soy trabajadora de una residencia de mayores pública pero con gestión privada. Nuestro trabajo consiste en cuidar de nuestros residentes: asear, alimentar, entretener, velar por su salud física y mental, lavar su ropa y limpiar «su casa», que es nuestro centro de trabajo. Considero que es una labor muy importante en una sociedad cada vez más envejecida, pero, ¿está sociedad sabe realmente valorar el trabajo que hacemos con sus padres, abuelos, y, en un futuro, con nosotros mismos. ¿Es justo que trabajemos con pocos medios humanos y económicos? ¿Es justo que este sector esté infravalorado en el mundo laboral? ¿Es justo que recibamos un salario neto por debajo del SMI? Es algo sobre lo que deberíamos reflexionar todos. María García.
Nos quedamos sin pinos y sin toxos
En el ayuntamiento de Culleredo vamos camino de la extinción del pino gallego. El toxo corre la misma mala suerte. Estos días del mes de noviembre circulan los tractores de desbroce por el municipio. Cientos de vecinas hemos recibido notificaciones para acabar con pinos, toxos, xestas, mimosas,...
La flora gallega tendrá que ser arrancada de nuestras fincas para que no haya incendios en esa política medioambiental de muerto el perro se acabó la rabia.
Nunca imaginé que yo tendría que vivir la erradicación del toxo en Galicia. María Rey. A Coruña.
Los 50
Era temprano, año 1974 en Noia. Una calle empedrada, ruido mágico de niños y niñas. Con 6 años hizo la maleta rumbo al pueblo de la chimenea, al frío, a la nieve y al despertar. Pelo rubio, mirada despierta, tímida. Era «movida», dicen hoy en día cuando alguien necesita moverse, saltar, correr, destrozarse las rodillas, caerse y levantarse. Era curiosa, perseverante, disciplinada, se cruzó con una mujer de cuerpo fuerte con apariencia frágil, reservada, sensible y soñadora. Llenaron mochilas de proyectos, de ganas, de ilusiones, se pidieron perdón muchas veces, lloraron y se rieron, aprendieron de muchos errores y ganaron siempre.
Siguen dejando huellas, las del pasado se van borrando, quedan los recuerdos inolvidables, los abrazos, las miradas que abrigaron en días de mucho frío, momentos únicos. Hacia delante construyen magia, agradecen, viven y se siguen encontrando. Llegan los 50. Es hoy una mujer feliz, fuerte y débil, con ilusión, entusiasmo, con optimismo a pesar del viento; viviendo, soñando, cerca siempre de la niña de 7 años. Y llegan los 50 en calma. Nena González. A Coruña.
Una generación sin techo
Vivo en casa de mis padres y, aunque agradezco tener un techo seguro, no dejo de preocuparme por lo que pasará cuando termine la universidad. La idea de independizarme parece cada vez más inalcanzable. Los alquileres suben cada día, y lo que antes era un paso natural hacia la vida adulta ahora parece un lujo reservado para unos pocos. No quiero depender de mis padres para siempre, pero las opciones parecen reducirse a quedarme en casa o aceptar vivir en condiciones precarias.
Muchos compañeros ya se han independizado, la mayoría impulsados por la necesidad de seguir sus estudios, pero terminan dedicando más horas a trabajar que a estudiar para poder cubrir el alquiler. Y me pregunto si eso es lo que me espera también. Me preocupa muchísimo que, aunque sea capaz de conseguir un buen trabajo, siga atrapada en una economía que no ofrece estabilidad ni seguridad para los jóvenes.
¿Cómo podemos construir nuestro futuro si el acceso a algo tan básico como una vivienda nos está siendo negado? Paula Merino.