El día en el que Hulk Hogan ganó a Taylor Swift

Juan Carlos Varela Vázquez TRIBUNA

OPINIÓN

María Pedreda

11 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Votaría usted a un candidato a la presidencia de su país condenado por sobornar a una estrella del porno a cambio de su silencio? ¿Lo votaría si además acumulase tres causas penales y 52 delitos pendientes con la justicia, relacionados con la interferencia para alterar un resultado electoral o sustraer más de 10.000 documentos confidenciales del Gobierno?

Si responde sí coincide con los votantes en 34 estados de 50, que sirvieron a Trump para ganar 86 electores más que Harris, incrementar su apoyo en todos los grupos sociales y ser el primer republicano vencedor del voto popular en 20 años.

Conclusión: las urnas lo han indultado. Duda: ¿Y la justicia?¿ Significa la victoria de Trump el triunfo de la fuerza sobre la ley?

13 de Junio del 2024, mitín en Pensilvania. Un francotirador de 20 años le dispara. Mientras el servicio secreto lo saca del estrado con el rostro surcado por dos regueros de sangre, Trump levanta el puño derecho mientras grita al auditorio: «¡Luchad!».

Un mes después en la convención republicana de Milwaukee, Hulk Hogan, legendario luchador de la WWE, lo califica de héroe, gladiador y líder de los «verdaderos estadounidenses», mientras advierte que la hombría y la religión estan bajo sospecha. Suena Este es un mundo de hombres de James Brown.

Entonces Trump entra en un súbito éxtasis místico, olvida los genitales de Arnold Palmer y proclama que la providencia lo ha elegido para salvar al país.

Esta misión divina y una lucha titánica desde hace años contra los tribunales y los medios han creado su imagen de Joker de 78 años con traje y corbata roja, que organiza en cada mitin un aquelarre de odio institucional y personal, irresistible para tanto insumiso con la ortodoxia dominante como el hombre más rico del mundo, Elon Musk.

Mientras tanto los demócratas cometen errores groseros: la candidatura de Biden, su retirada tardía y la elección de Harris a dos meses de la votación, imposibilita que se le escuche con una voz diferente a la del jefe. Pero hay más. Equivocan el momento, el mensaje y el receptor. Saber como pierde Harris es saber como gana Trump.

Después de la pandemia los discursos sobre inflación, inmigración y desmantelamiento del estado penalizan a los partidos gobernantes en varios países de América y Europa.

Los demócratas no pueden ser percibidos por los trabajadores como una élite preocupada por elaborar discursos que satisfagan más a otras élites de los ambientes universitarios, de los barrios ricos o de artistas como Clooney o Taylor Swift.

Y aparece Trump diciéndoles que han sido traicionados pero que él garantiza seguridad en la frontera y una inflación más baja para vivir mejor, para criar a sus hijos y para asegurar su futuro en este país. El abismo abierto entre gobernantes y ciudadanos convierte a los republicanos en activistas de «una revuelta proletaria».

Solo una última duda: ¿Significa este triunfo el principio del fin de las élites e instituciones que forjaron la vida occidental desde la caída del muro de Berlín?