Con permiso de compositores de cine como Ennio Morricone, Hans Zimmer y John Barry, nadie como John Williams ha impregnado el inconsciente colectivo con combinaciones de siete notas tan icónicas como las películas a las que pone banda sonora. El documental La música de John Williams evoca en Disney+ la historia de este músico neoyorquino, de 92 años, que se acostumbró a afinar el oído desde pequeño porque su padre, percusionista, tocaba en directo en una orquesta en la radio. Él peleaba por distinguir sus tañidos entre los demás instrumentos y, de ese modo, la caligrafía musical fue calando. Así y con la disciplina familiar que le exigía tocar media hora el piano como contraprestación para poder jugar una hora al béisbol.
Músicos y directores colaboran en el filme para glorificar el trabajo de un hombre que es definido como el eslabón más atinado entre la música clásica y la popular. Capaz de conectar con extraterrestres, viajar por el hiperespacio, resucitar dinosaurios y hacer pura magia con vientos y cuerdas. Williams, sentado a su piano de siempre, recibe la visita de Spielberg, y ambos evocan una longeva relación que despuntó cuando el director le encargó arropar Tiburón con su melodía. El cineasta esperaba una sintonía compleja y aterradora y creyó que Williams bromeaba cuando le presentó su idea. Con solo dos dedos y dos teclas dio vida a la bestia.