Cuánto ha cambiado España y cuánto ha cambiado su Ejército en las últimas cuatro o cinco décadas. Por entonces, las Fuerzas Armadas eran el pilar fundamental del tardofranquismo. Sus profesionales, mayoritariamente poco preparados, eran considerados por la población civil como una constante amenaza para la recién llegada democracia. Paradójicamente, el fracaso del golpe de Estado del 23-F significó el comienzo de la reconciliación entre el estamento militar y la clase civil. Actualmente, raro es quien no tiene en alta estima a los tres ejércitos y considera su intervención en desastres naturales —como el que está aconteciendo estos días en la Comunidad Valenciana— fundamental para la tranquilidad de toda la ciudadanía. Siempre están ahí para cuando se los necesita, demostrando su alta preparación. Su vocación de servicio, su disciplina y su buen hacer difiere mucho del ejército en que yo serví a finales del siglo pasado. Por entonces te reclutaban forzosamente y te tenían un año entero perdiendo el tiempo. En un año disparé un solo tiro en el campamento de Parga y fregaba a diario la asesoría jurídica de mi acuartelamiento, dada mi condición de letrado en ejercicio. Hoy quien entra en el Ejército lo hace para ser un servidor público operativo. Un militar para la guerra y para la paz. Mi eterna gratitud por su comportamiento de estos días. España entera se siente orgullosa de su Ejército.