Reducir la jornada laboral perjudicará a la productividad
OPINIÓN
El Gobierno pretende reducir la jornada laboral en 2,5 horas semanales —hasta 38,5— sin modificar salarios, lo que significa una reducción del tiempo de trabajo del 6,25 %. ¿Qué efectos puede tener esta medida sobre la economía española y en concreto sobre la productividad? La productividad laboral es un concepto análogo al PIB per cápita: la producción de un país respecto al número de horas trabajadas, o en su defecto, al número de ocupados. Es un parámetro que refleja la capacidad para generar crecimiento económico a partir de los recursos disponibles, y está directamente relacionada con el bienestar, el nivel salarial y los niveles de vida de la población. ¿En qué situación se encuentra la productividad de España? Según la OCDE y Eurostat, es alrededor del 20 % inferior a la media de Europa y lo que es peor, muestra signos de divergencia.
Los motivos de esta baja productividad y, por tanto, pobre competitividad, reducido PIB per cápita y bajos salarios hay que buscarlos en el modelo económico español. Nuestra economía está basada en el turismo, construcción y servicios, en lugar de otros sectores más productivos como la industria digital, las actividades financieras o los servicios profesionales, que predominan en los países del norte de Europa.
Nuestro sector industrial, tiene menos peso que en el resto de Europa, y, por el contrario, el primario, dispone de mayor incidencia en nuestra economía. Por último, destacar que nuestro tejido productivo está compuesto en más del 95 % por microempresas, con baja capitalización y reducida implantación de I+D o uso de nuevas tecnologías, lo que provoca que sean mucho menos productivas que las grandes corporaciones. A este escenario hay que añadirle la baja movilidad de nuestro mercado laboral entre sectores y empresas, que limita el trasvase desde sectores en regresión hacia las áreas económicas más productivas.
Todo ello nos enfrenta a la dura realidad frente a Europa y a la OCDE de la economía española: somos un 20 % menos productivos, con un 20% menos de PIB per cápita y unos salarios 20 % inferiores. El triple 20 %.
Contextualizada la situación económica actual cabe la pregunta de cómo afectará esa reducción de jornada a este modelo. Y la respuesta es: mal, porque será muy difícil la adaptación a ese aumento de costes salariales del 6,25 %, sin dañar la cuenta de resultados, de nuestras microempresas, ubicadas como se ha visto en sectores poco productivos, de poco valor añadido.
Las pymes necesitan el tiempo en el trabajo para sobrevivir, y más en un entorno fiscal desfavorable: soportan la segunda mayor cuña fiscal de la OCDE (porcentaje de aportación de las empresas a la Seguridad Social de los trabajadores). En otro ámbito económico más tecnológico, digital, industrial, con firmas de mayor capitalización y con menor peso fiscal, sería más fácil encajar este cambio, podría incluso ser positivo. Nadie niega la necesidad de plantear este tipo de avances sociales para mejorar la calidad de vida y la conciliación, solo se advierte que, con el perfil actual económico, una reducción del tiempo de trabajo va a empeorar la productividad. Antes hay que mejorar el modelo productivo. Las ideologías deben aplicarse en el momento oportuno.