El poder del grupo

Luis Ferrer i Balsebre
luis ferrer i balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

Rocío Ruz | EUROPAPRESS

08 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Es interesante observar cómo influyen los grupos en el comportamiento de sus integrantes. En 1951, el investigador Solomon Asch reunió a un grupo de estudiantes y les mostró un par de fichas con líneas. Cada uno debía responder qué línea de la segunda ficha era igual de alta que la que se visualizaba en la primera ficha. Parece fácil la respuesta, sin embargo ¿qué contestaríamos si el resto de los participantes del experimento eligieran de manera unánime una opción claramente incorrecta?

El experimento comenzó con miembros cómplices de la prueba dando respuestas correctas para no despertar sospechas, pero a medida que avanzaba, empezaron a dar respuestas incorrectas. El sujeto de prueba se sentía incómodo y evidenciaba un profundo malestar al tener que contradecir las respuestas de la mayoría.

Al principio, los sujetos críticos contestaban de manera correcta y soportaban contradecir a todos. Pero según iban avanzando las preguntas, terminaban escogiendo la opción incorrecta, sumándose a la respuesta del grupo.

Asch llevó a cabo otro experimento para demostrar cómo las personas adaptamos y ajustamos las conductas para pertenecer a un grupo o no sentirnos excluidos. Un grupo de personas sube a un ascensor, todas las personas menos una son parte del experimento.

Quienes forman parte del estudio deciden mirar hacia un mismo lado. El sujeto de prueba empieza a evidenciar incomodidad porque es el único que mira hacia la puerta. A medida que pasa el tiempo y sin que nadie se exprese verbalmente, el sujeto de prueba también acomoda su postura como la mayoría de las personas.

La esencia del pensamiento grupal es que los grupos crean presión psicológica sobre los individuos para que se ajusten a los puntos de vista de los líderes y otros miembros con poder.

La identidad individual se transforma en una identidad grupal. La filosofía que se desprende es sencilla: «Si cae uno, caemos todos».

Estas presiones son aún más fuertes cuando los líderes del grupo de poder expresan sus opiniones, lo que hace más arriesgado estar en desacuerdo.

En el aquelarre del reciente Congreso socialista en Sevilla se evidenció este poder del grupo sobre las voces discrepantes, que se redujeron a tres dirigentes regionales y una militante rápidamente neutralizada.

Ninguna autocrítica, ninguna mención al clima irrespirable que vivimos, las mismas consignas culpando de todo a la «derecha y la ultraderecha» (siempre citadas juntas), el summun malum que apareja el summun bonum que el grupo abandera. Que aplaude a los imputados, defenestra al disidente Lobato y ningunea a la única mayoría absoluta de Page.

Ese silencio acrítico está llevando al implacable avance en todo el mundo de las fuerzas a las que deben combatir.

Todos mirando a un lado del ascensor sin ver la salida.