Salud mental, menores y colegios
OPINIÓN
Los problemas de salud mental son frecuentes tanto en adultos como en niños y jóvenes, afectando a un 15-20 % de esta población. Tanto su aparición como su mantenimiento están condicionados por una compleja interacción entre factores biológicos y psicosociales, cuya trascendencia han ejemplificado los cambios en la vida cotidiana durante la pandemia del covid, asociados a un notorio incremento de estos problemas entre los más jóvenes.
La temática elegida a nivel mundial para el Día de la Salud Mental 2024 se centró en uno de los factores ambientales más importantes en la vida de las personas: es hora de priorizar la salud mental en el trabajo. En lo que respecta a nuestros menores, ello implica a los centros escolares, donde pasan una gran parte de su tiempo, influyendo poderosamente en su bienestar psíquico las situaciones que allí viven.
Algunas les protegen frente a la aparición de psicopatología, como el establecimiento de relaciones apropiadas con iguales, de buenas relaciones con algún adulto o el aprendizaje de comportamientos que facilitarán su adaptación a la vida adulta, como son el fomento de hábitos de trabajo o de conductas prosociales (empatía, solidaridad, trabajo en equipo o mediación en conflictos).
Otros sin embargo son factores que favorecen el desarrollo de problemas de salud mental, y entre ellos destacan:
—Los problemas para la integración de los menores vulnerables, incluyendo aquellos con dificultades intelectuales u otros trastornos del neurodesarrollo (TDAH, TEA o trastornos específicos del aprendizaje, como la dislexia o la disgrafía, que son frecuentes, afectando hasta un 15 % de niños y jóvenes en edad escolar). Todos ellos se relacionan con mayor frecuencia de dificultades académicas y también con una mayor prevalencia de otros problemas de salud mental (así por ejemplo, alrededor de uno de cada tres menores con trastorno de la lectoescritura presenta un trastorno de conducta asociado, y a la inversa uno de cada tres menores con trastorno de conducta asocian dificultades del aprendizaje). Su presencia condiciona además importantes repercusiones para su futuro, favoreciendo un abandono precoz de la escolarización y mayores dificultades en la integración laboral en la edad adulta.
—El estrés asociado a la actividad/competitividad académica: provoca con frecuencia trastornos de ansiedad y anímicos, incluyendo comportamientos autolesivos (y así el número de nuestras consultas de vía rápida de atención a verbalizaciones y conductas autolíticas aumenta durante el curso escolar, y disminuye drásticamente cuando finaliza). Estos síntomas condicionan también a menudo absentismo escolar, dado que los factores que se relacionan con la producción de ansiedad o estrés desencadenan en numerosas ocasiones una respuesta psicológica de evitación del estímulo que los produce.
—Los problemas de acoso entre iguales, que no son exclusivos del entorno escolar pero con cierta frecuencia surgen o se perpetúan en él, y que se relacionan también con trastornos ansiosos y/o depresivos y comportamientos autolíticos.
Promover el establecimiento de buenas relaciones entre iguales, vigilando y actuando ante conductas inadecuadas, encontrar un equilibrio aceptable entre trabajo y presión académica, y ayudar especialmente a los alumnos con mayores necesidades educativas a lograr su adaptación al entorno escolar son retos fundamentales a conseguir en el entorno educativo. Y el resto de profesionales de la salud y otras disciplinas afines debemos prestarles todo nuestro apoyo con el loable objetivo de favorecer el desarrollo emocional más saludable posible para nuestros menores.